miércoles, 27 de octubre de 2010

versalles (corregir)

Palacio de Versalles
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El Palacio de Versalles (en francés: Château de Versailles, castillo, mansión de Versailles) es un edificio que desempeñó las funciones de una residencia real en siglos pasados. El palacio está ubicado en el municipio de Versalles, en Île-de-France. Su construcción fue ordenada por Luis XIV.
Luis XIV dejó París y decidió construir Versalles como una pequeña ciudad alejada de los problemas. Tendría varias etapas constructivas, marcadas por las amantes de Luis XIV.
• Primera etapa (1661-1668): Sería un palacete de caza al que se añadieron dos alas laterales que, al cerrarse, conformaron la plaza de armas. Son fachadas de ladrillo y unifica la cubierta usando también la pizarra y las mansardas.
• Segunda etapa (1668-1678): Luis XIV pretende trasladar definitivamente la corte a Versalles. Añaden las dos alas laterales para dar prioridad visual al jardín, realizado por André Le Nôtre. La fachada que da al jardín está construida siguiendo el modelo italiano. Un primer piso de sillares almohadillados. Un piso noble de doble altura con crujías retranqueadas, jugando con entrantes y salientes y alternando columnas y pilastras. Por último, un tercer piso que sería el ático, rematado por una serie de figuras escultóricas (trofeos y jarrones) que casi no dejan ver la caída de la cubierta, la cual no es muy inclinada. Llegaron a vivir en él hasta 20.000 personas.
• Tercera y última etapa (1678-1692): En esta ampliación, realizada por Mansart, se construyó la capilla real. Dicha capilla, sería posteriormente copiada en el Palacio Real de Madrid, España. Situada en el Ala Norte del Palacio, fue construida en dos alturas, estando situada en la altura superior la Tribuna Real, desde donde el Rey y su familia atendían a la Misa.
El jardín de Versalles es clasicista, ordenado, racionalizado. Con el paisajismo se obliga a la circulación. Crea una organización que relaciona todas las esculturas y fuentes y ensalza la monarquía. Las esculturas se señalan unas a otras. Progresiva civilización del jardín: muy ordenado, podado y cuidado en la zona próxima al palacio, y después se va asilvestrando, es decir que se hace más silvestre a medida que nos alejamos del palacio.
El conjunto del palacio y parque de Versalles, incluyendo el Gran Trianón y el Pequeño Trianón, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
Contenido

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Palacio de Versalles.
1623: Luis XIII hizo construir en medio del bosque, y al lado de una loma rodeada por dos pantanos insalubres, una modesta vivienda de ladrillo, piedra y pizarra. Era su refugio de caza favorito y, por tanto, se construyó una vivienda rústica y utilitaria. La disposición de los pabellones y fosas se hizo a semejanza de algunas construcciones feudales.
Luis XIII mandó edificar una nueva vivienda en un terreno que compró a Jean de Soisy, del que era propietario desde el siglo XIV. En esta pequeña residencia, Luis XIII recibía, de cuando en cuando, a su madre María de Médicis y a su esposa Ana de Austria, que nunca pernoctaron allí, sólo pasaban el día.
El primer "palacio" de Versalles se edificó detrás del actual edificio de mármol. La vivienda principal medía 24 m de longitud por 6 de profundidad y, a cada lado, se construyeron dos alas bajas. El departamento del rey constaba de una pequeña galería en la que colgaba un cuadro que representaba la batalla de La Rochelle. A continuación había cuatro salas, cuyas paredes estaban recubiertas de tapicerías. La habitación del rey ocupaba el cuerpo central del edificio.
1630: el 11 de noviembre, el cardenal Richelieu fue a Versalles, en secreto, para informar al rey de una conspiración que se estaba fraguando y que fomentaba la reina madre. Esta conspiración se conocería más tarde con el nombre de Día de los Engañados. Richelieu fue nombrado Primer ministro y la reina madre fue exiliada.
1632: el 8 de abril, Luis XIII compró el dominio de Versalles a Jean-François de Gondi, arzobispo de París, tío del cardenal de Retz y heredero de Albert. Este es un extracto del último contrato de venta:

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"El 8 de abril de 1632, presentado el ilustrísimo y reverendísimo Jean-François de Gondi, arzobispo de París, señor de Versalles, reconoce haber vendido, cedido y transferido… a Luis XIII, aceptado por Su Majestad representado por Charles de l’Aubesquine, Ministro de Justicia y canciller a las órdenes del rey, y por el ministro Antoine Rusé, marqués d’Effiat, intendente de finanzas, etc., la tierra y el señorío de Versalles, consistentes en un viejo castillo en ruinas y una granja con varios edificios; consistiendo la susodicha granja en tierras laborables, prados, castaños, estanques y otras dependencias; alta, media y baja justicia… con el anexo de la granja Lessart, pertenencias y dependencias de la misma, sin nada que exceptuar, retener o reservar por el susodicho arzobispo, de la que ha sido auditor en el lugar de Versalles, y de la cual tierra y señorío de Versalles y el anexo de la granja de Lessart disfrutará Su Majestad y sus sucesores reyes como propietarios. Esta venta, cesión y transferencia han sido hechos a cargos y deberes feudales solamente, a cambio de la suma de sesenta mil libras, que el susodicho señor arzobispo reconoce haber recibido de Su Majestad, de manos de… , en piezas de dieciséis sueldos, con cuya suma está conforme en vender a Su Majestad y a otros, etc." (Architexture françoise, por Jacques-François Blondel, liv. VII, p. 93).
El rey no hizo la compra de este castillo más que para demolerlo y así ampliar la superficie de la residencia real. Como curiosidad, en la cumbre de la meseta de Versalles, en la misma plaza del castillo actual, se edificó un molino de viento: un molinero "reinaba" donde reinaba Luis XIV. Al mismo tiempo, el rey adquirió nuevos terrenos para ampliar la zona de caza. El pabellón edificado en las tierras de Jean de Soisy se hizo a toda prisa.
El 26 de mayo empezaron los primeros trabajos de ampliación, que fueron dirigidos por el ingeniero arquitecto Philibert Le Roy.
1634: se terminaron las obras y Luis XIII tomó posesión de sus nuevos departamentos.
A partir de 1636, el rey multiplicó sus estancias aprovechándose del confort de su nueva mansión, así como del encanto de sus jardines. Estos fueron estructurados "a la francesa" por Boyceau y Menours, con decoraciones arabescas y entrelazados.
1643: sintiéndose morir, Luis XIII confesó: "Si Dios me devuelve la salud, tan pronto como mi delfín tenga edad de montar a caballo y tenga la mayoría le pondré en mi lugar y yo me retiraré a Versalles con cuatro de nuestros frailes para que me entretengan con charlas divinas." El 14 de mayo murió. Versalles permaneció en silencio durante dieciocho años.

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Al principio de su reinado, Luis XIV no encontraba ninguna mansión real que le complaciera plenamente. Vivía en París: en el Palacio Real, en el Louvre, en las Tullerías. Trató de quedarse en Vincennes y en Saint-Germain-en-Laye, y pasó una temporada en Fontainebleau. El rey comparaba las ventajas y los inconvenientes de estos palacios y, para paliar sus incomodidades, realizó importantes reformas pero en ninguno de ellos llegó a sentirse cómodo.
1651: el rey efectuó su primera visita a Versalles. Fue entonces cuando se produjo el "flechazo".
1660: el 25 de octubre, Luis XIV llevó a Versalles a su esposa, la reina María Teresa.
Cámara de la Reina. Grandes Departamentos. Palacio de Versalles.
1661: empezaron los nuevos trabajos de ampliación tras el fallecimiento del Cardenal Mazarino. De 1661 a 1662, el rey invirtió un millón cien mil libras. La decisión de Luis XIV de edificar en el lugar en que estaba el pequeño palacio de su padre uno de los más maravillosos palacios de Europa ocasionó duras críticas entre los cortesanos. Quedan testimonios de esas secretas oposiciones; el lugar no estaba bien escogido: "Versalles lugar ingrato, escribió Saint-Simon, triste, sin vida, sin bosque, sin agua, sin tierra, parece que todo son arenas movedizas y pantanosas, sin aire, en consecuencia: no es bueno."
Luis Le Vau, el arquitecto del Palacio de Vaux-le-Vicomte, fue el encargado de reconstruir las dependencias, Charles Errard y Noël Coypel empezaron los trabajos de decoración de las estancias, mientras que André le Nôtre creó el invernadero y el zoológico. En esa época, Versalles no era más que una residencia de placer en cuyos jardines se celebraban las fiestas; el Louvre era oficialmente el palacio real. En una carta célebre, Colbert se lamentaba del abandono en que Luis XIV tenía al Louvre:
"Durante el tiempo que (Vuestra Majestad) ha dispensado grandes sumas en esa mansión, ha olvidado el Louvre, que es, ciertamente, el más hermoso palacio que hay en el mundo(…) Oh, qué tristeza (…) que el rey más grande sea medido en comparación con Versalles!"
1664: en el mes de mayo, se celebró la primera fiesta en el palacio, que se denominó: "Los Placeres de la Isla Encantada". La fiesta se inició con dos poemas épicos del siglo XVI: Orlando furioso de Ludovico Ariosto y Jerusalén liberada (La Gerusalemme liberata, 1580) de Tasso. Molière presentó las Cartas francesas creando la Princesa de Elide y los tres primeros actos del Tartufo. El rey había preparado esta fiesta, en secreto, para Mademoiselle La Vallière.
1664-1666: Luis XIV tomó la decisión de reformar Versalles para poder pasar allí muchos días con su Consejo. Decidió conservar el palacio edificado por Luis XIII, más por razones financieras que sentimentales. Luis Le Vau triplicó la superficie del palacio, que fue decorado con mucho lujo retomando el tema del Sol, omnipresente en Versalles. Los jardines, especialmente apreciados por Luis XIV, fueron ampliados y adornados con esculturas de François Girardon y de Le Hongre.
1665: se instalaron las primeras estatuas en el jardín y se construyó la gruta de Tethys. El primer Invernadero, el Zoológico y la Gruta de Téthys no resistieron la prueba del paso del tiempo. Sólo el grupo de Apolo y las ninfas y Los caballos del Sol (esculpidos por Girardon, Regnaudi, Marsy y Tuby) recuerdan la Gruta de Tethys.
1667: se excavó el estanque del Gran canal. Le Nôtre diseñó la ampliación del ala central y se hizo cargo de los jardines y las viviendas exteriores. Colaboró con Francine, hijo de un ingeniero italiano, para la construcción y las instalaciones hidráulicas.
1668: se celebró la décima fiesta el 18 de julio, en la que se dio a conocer el nombre de Versalles. Conocida (la fiesta) con el nombre de "Gran Divertimiento Real de Versalles", dejarán huella por sus creaciones: Georges Dandin, Molière, así como las fiestas del Amor y del Azar, de Lully. Durante las fiestas de 1664 y 1668, los cortesanos se quejaron de la incomodidad del pequeño palacio porque no encontraron un lugar en el que dormir.
El rey, deseando ampliar el palacio, confió este trabajo a Le Vau, que presentó varios proyectos. El primero de ellos suponía la destrucción del palacio primitivo, que sería reemplazado por un palacio a la italiana. En el segundo proyecto se planteaba la ampliación del palacio, por la parte del jardín, revestido de piedra. Siguiendo los consejos de Colbert, el rey optó por este segundo proyecto.
1668–1670: Le Vau empezó la edificación del revestimiento, que consistía en una segunda construcción que rodearía el primer palacio. De una parte a otra del antiguo palacio, el "Gran Departamento" del rey, al norte, el de la reina, al sur, fueron emplazados simétricamente. Una amplia terraza, frente a los jardines, comunicaba ambas dependencias. Momentáneamente, se conservó el palacio de ladrillo y piedra. Las fachadas se adornaron con columnas de mármol de Rance, balcones de hierro forjado y dorado y bustos sobre las balaustradas. Los tejados llevaban adornos y el patio fue enlosado con mármol. Las pequeñas viviendas adyacentes fueron elevadas y unidas al palacio de Luis XIII por medio de una serie de pabellones que formaban el patio de armas, que se cerraba con una cancela dorada. En las antiguas dependencias se construyó un peristilo de columnas coronadas por estatuas. Las nuevas construcciones triplicaron la superficie del palacio.
El 11 de octubre fallecía Le Vau, y Colbert designó a François d’Orbay para proseguir con las obras. Luis XIV vio su deseo cumplido, el palacio de Luis XIII permaneció igual frente al burgo, pero no sucedió lo mismo con respecto al jardín, ya que quedó oculto tras las nuevas edificaciones. Desde entonces se distinguieron, perfectamente, el "Palacio Viejo" de Luis XIII y el "Palacio Nuevo" de Luis XIV, construido por su hijo. El "Palacio Nuevo" era un edificio hecho en piedra, de concepción italiana. Las largas fachadas fueron punteadas por un salidizo y dividas a lo alto. En la fachada oeste se construyó una gran terraza que unía el pabellón del rey (al norte) con el de la reina (al sur). Todo ello a semejanza del palacio de Chambord. Le Vau se inspiró en los modelos italianos, pero los volúmenes, las proporciones y la ornamentación fueron obra del espíritu francés.
La planta baja, constituida por un basamento realzado por las líneas horizontales de los tabiques, recibía la luz a través de unas ventanas ojivales abiertas sobre los arriates.
En el primer piso se pusieron columnas jónicas, hornacinas y altas ventanas rectangulares (diseñadas por Mansart en 1669). Se decoró con esculturas: estatuas en las hornacinas y bajorrelieves rectangulares sobre las ventanas (desaparecidos en 1679).
En el segundo piso, o ático, la decoración fue de estilo corintio y se coronó con una balaustrada.
1670: se construyó el Trianón de porcelana. Durante ese período, los cortesanos hicieron edificar sus hotelitos cercanos a la residencia preferida del rey.
1670-1671: 14 grandes mansiones (Luxemburgo, Noailles, Guisa, Bouillon y Gesvres) se construyeron en esa época.
1677: Luis XIV soñaba con hacer un palacio que dejara constancia de su época. Los palacios del Louvre y de las Tullerías ya tenían la impronta de sus antecesores. La creación de Versalles respondía a un deseo político y económico. Dirigiendo personalmente los asuntos del reino y centralizando la administración, el rey quería agrupar, en torno a él, a los ministros y sus servicios. Su majestad tenía intención de fijar su residencia en Versalles. Mansart tuvo que diseñar los proyectos para la instalación de la Corte. El palacio tendrá grandes dimensiones.
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1678–1684: la Galería de los Espejos, símbolo del poder del monarca absoluto, se levantó sobre la antigua terraza del palacio nuevo. La obra se concluyó en 1684. La decoración fue confiada al equipo de Charles Le Brun. Más tarde el rey quiso construir en Versalles una de sus grandes galerías, muy de moda por entonces. Luis XIV apreciaba las largas galerías del Louvre y de Fontainebleau, por las que se podía pasar y comunicarse con los otros departamentos; se distinguían por sus valiosas decoraciones. El rey había hecho instalar la Galería de Apolo en el Louvre y en el palacio que había hecho edificar en Clagny para Madame de Montespan, la galería Mansart deslumbraría a todos los visitantes.
En Versalles, y cerrando la terraza de Le Vau por medio de una larga fachada cuyas líneas arquitectónicas eran iguales a las del palacio nuevo, Mansart construyó la Galería de los Espejos.
La Gran galería, limitada al norte por el salón de la "Guerra" y, al sur por el salón de la "Paz", tenía 73 m de largo, ocupando toda la fachada oeste del "Palacio Nuevo", y servía de comunicación entre los departamentos del rey y de la reina. La creación de la Galería de los espejos significó nuevas reformas: el departamento del rey fue trasladado al "Palacio Viejo", el departamento del Sol se convirtió en el "Gran Departamento" y fue utilizado para las grandes recepciones.
1678: se empezó la construcción del ala sur destinada a alojar a los cortesanos. Mansart proyectó la construcción de dos inmensos edificios que encuadrarían el palacio de Le Vau por el norte y por el sur y por detrás de éste.
• Se remodeló la fachada que daba a los jardines.
• Fallece el arquitecto François d’Orbay, al que sucedió Mansart.
• Un gran espejo con marco de bronce dorado, cincelado por Cucci, se colocó en la sala de baños y se pusieron dos bañeras alargadas de mármol blanco decoradas con bronce dorado.
• Se comenzaron los trabajos del "Estanque de los Suizos" y la "Fuente de Neptuno", el aterrazamiento para el Arriate del Sur y la construcción del nuevo Invernadero.
1679: la Galería de los Espejos, el Salón de la Guerra y de la Paz reemplazaron la terraza y los gabinetes del rey y de la reina.
• Se elevó el edificio central. Un reloj, enmarcado por las estatuas de Marte, de Marsy, y de Hércules, de Girardon, se colocaron en la nueva fachada.
• Mansart empezó la construcción de una segunda escalera: la Escalera de la Reina. De la escalera de los Embajadores sólo quedaron las puertas por las que se accedía al Gran Departamento, con el busto de Luis XIV y la antigua ninfa.
• Terminadas las dependencias de los ministros, se inició la construcción de las Grandes y Pequeñas caballerizas, se continuó con la confección de los jardines, que fueron enriquecidos con nuevas estatuas y bosquecillos.
1681: Charles Le Brun terminó la decoración de los Grandes Departamentos.
• La Máquina de Marly comenzó a bombear el agua del Sena.
• Las perspectivas fueron ampliadas.
• Excavación del Gran Canal y del estanque de los Suizos.
• Multiplicación de los bosquecillos y fuentes en los jardines con la conducción del agua. Éstos dieron paso a los jardines que se denominaron, desde entonces, "jardines a la francesa". Las esculturas más grandes de aquel tiempo decoraron el espacio con estatuas de mármol y bronce.
1682: Luis XIV, impaciente, no esperó a la finalización de las obras. El 6 de mayo el rey dejó Saint-Cloud y se instaló definitivamente en Versalles, que se convirtió, de esta forma, en la residencia oficial del rey de Francia. Un contemporáneo describió las condiciones en las que se encontraban las instalaciones: "El dieciséis de mayo el Rey dejó Saint-Cloud para instalarse en Versalles donde deseaba estar desde hacía tiempo, estaba lleno de albañiles y Madame la Delfina se vio obligada a cambiar de departamento porque el ruido le impedía dormir. El rey se instaló en una residencia en la que sólo faltaban los trabajos de decoración. La Galería de los Espejos estaba llena de andamios y para atravesarla era necesario utilizar un pasaje practicado entre las vigas."
Se inauguró el ala sur.
Uno de los grandes problemas de Versalles fue, siempre, el alojamiento de los cortesanos. Versalles fue el símbolo del poderío de Luis XIV, lugar en el que se instaló definitivamente a los 44 años.
Versalles vivió entonces el apogeo de la sociedad cortesana. Luis XIV transformó una nobleza belicosa y potencialmente rebelde en un grupo mantenido por el Estado en la persona del rey. El rey, que había conocido durante la Fronda los peligros de una sublevación de la nobleza, quería proteger tanto a la persona real como al gobierno. Se encargó de reducir el poder de los nobles empleando, para ello, diversos medios:
• Atraer a los grandes señores a su corte y distribuyendo o haciéndoles esperar honores, títulos y pensiones.
• Ofreciendo, a los más importantes, vivienda en el palacio.
• Inspirando a sus cortesanos respeto e impidiendo su promiscuidad.
• Haciendo de sus cortesanos los espectadores asiduos de su grandeza.
El rey estableció unas reglas de protocolo rigurosas y complejas que transformaron todos sus actos, incluso los más cotidianos, en un ceremonial casi sagrado.
En el acto de levantarse o acostarse de los reyes podía estar presente un determinado número de personas, los más favoritos tenían el honor de rodear al rey por detrás de la balaustrada, que aislaba el lecho del resto del dormitorio, y prestarle ayuda cuando se vestía. Todas los actos de su vida estaban regulados de esta manera, desde el nacimiento de las princesas, que se había producido en público (lo que evitaba cualquier duda sobre su legitimidad), hasta los obsequios del rey que se regían por normas inmutables.
Las relaciones del rey con las personas que podían aproximarse a él tenían que realizarse con toda solemnidad, ya fueran recepciones a los embajadores, presentación de nobles y damas con título, o el recibo de felicitaciones y parabienes.
Para romper con este protocolo, Luis XIV instituyó los "Días para Departir" en los que, tres veces por semana, de las 19 a 22 horas, los cortesanos eran admitidos en el "Gran Departamento". En diferentes salones estaban repartidas las mesas con manjares, las mesas de juego y otros en los que se podía escuchar música o bailar. El rey se paseaba por ellos sin que los señores y las damas tuvieran que dejarlo todo para saludarle. Era éste un gran honor, envidiado y disputado por aquellos que no eran admitidos. Luis XIV se reservó, no obstante, unos pequeños departamentos para llevar una vida más íntima con sus allegados, como los compañeros de caza a los que invitaba regularmente a comer.
Para Europa, Versalles fue un testimonio del poderío de Francia y de Luis XIV.
1683: en unos departamentos, prohibidos para todo aquél que no estuviera autorizado, los arquitectos y los decoradores habilitaron unos gabinetes y salones destinados a la conservación de las obras maestras y las colecciones del rey. En el "Salón Oval", el gabinete de los Cuadros y el Salón de las Conchas en el que se exponían toda clase de objetos de arte y curiosidades, en las paredes colgaban los cuadros de la colección real. Estas salas formaron parte de los departamentos de las Colecciones que terminaban en el "Salón de las Medallas". Según la descripción de Mademoiselle de Scudéry, este último estaba iluminado por medio de dos arañas de cristal de roca y en él se podían ver:
• Unos grandes jarrones tallados adornados con oro y diamantes
• Bustos y figuras antiguas
• Una nave de oro guarnecida de rubís y diamantes (era la gran nave de Luis XIV que fue pintada en el plafón del Salón de la Abundacia)
• Porcelanas de China y de Japón
• Unas jarras de ágata, esmeraldas, turquesas, jade de Alemania y de Oriente, de coral, etc.
• Unas figuras grotescas de perlas, esmeraldas, rubís y ágata
• Cuadros, espejos
• Estatuas de animales antiguos
• Un gran vaso de jaspe de óvalo irregular que sirvió para el bautizo de Carlos V

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Cámara del Rey.
Una parte de estos tesoros fue llevada, por orden de Luis XV, al salón de las Medallas de la Biblioteca de París, el resto se perdió durante la Revolución francesa. La galería de Apolo, en el Louvre, guarda algunas de las piezas de la colección de Luis XIV, jarras de cristal de roca o materias preciosas (jaspe, coral, etc.) y pequeños objetos de bronce.
En 1683 se cerró a causa de la muerte de Maria Teresa y de Colbert. La intendencia de los edificios pasó a manos de Louvois, que no apreciaba la obra de Le Brun e introdujo a Mignard en Versalles.
1684: el departamento de las colecciones se amplió con la anexión del departamento de Montespan, transformándose en una pequeña galería que decoró Mignard, quien encontró la ocasión de rivalizar con Le Brun. Mignard pintó los plafones inspirándose en el tema de Apolo y de Minerva, decoró asimismo los plafones de los dos pequeños salones de la galería. El suelo era de madera de boj y las paredes estaban cubiertas de ricas tapicerías. Como la colección de obras maestras era considerable, los cuadros se iban exponiendo de forma rotatoria. En este lugar el rey pasaba muchos ratos contemplando el cuadro de la Gioconda.
1685–1689: una verdadera fiebre constructiva dio paso a
• El Invernadero, que reemplazó al que había construido Le Bau. Se plantaron 3.000 arbustos y 150.000 plantas ornamentales cada año.
• Las caballerizas
• El Gran Común
• El ala norte para los cortesanos
La construcción de las alas norte y sur amplió las fachadas de Le Vau. Vistos desde los jardines, los tres edificios distintos componían un conjunto armonioso. La fachada medía 670 m. Los dos nuevos edificios acogían a las Princesas y a los cortesanos, las caballerizas, las carrozas, los servicios generales y el alojamiento de los criados. La Gruta de Téthys fue derruida.
Dos años después de instalada la corte, 22.000 a 30.000 obreros (según la disponibilidad de los regimientos) y 6.000 caballos se sumaron a las diferentes obras de Versalles. Se levantó una colina para cimentar los 680 m de longitud del palacio. Se plantó un bosque entero. Mansart coordinó todos los trabajos. La factura total ascendió a unos 80 millones de libras. En caso de accidente de trabajo fueron previstas las indemnizaciones siguientes:
• 30 a 40 libras por un brazo o una pierna rota
• 60 libras por un ojo reventado
• 40 a 100 libras para la viuda en caso de muerte
La aldea de Versalles se transformó en una verdadera villa que se construyó alrededor del palacio y de los jardines. Los 5.000 cortesanos edificaron unos hotelitos en los que se alojaron sus servidores y sus pertenencias. Tabernas y posadas contribuyeron a darle vida a una población que no cesaba de crecer; tenía 70.000 habitantes antes de la Revolución.
1686: Le Brun terminó la decoración de la Galería de los Espejos. Tuvo lugar la Audiencia de los embajadores del rey de Siam.
1687: el rey se cansó del Trianón de porcelana. Mansart edificó en el mismo lugar un pequeño palacio de mármol y pórfiro: el Gran Trianón. Luis XIV vigiló tan de cerca los trabajos que parecía ser el verdadero arquitecto de la obra.
1689: en el nuevo Versalles, se accedía a los departamentos de la reina por medio de una escalera de mármol llamada la "Escalera de la Reina". El rellano daba acceso a las dos Salas de la Guardia de Corps, después estaba la Antecámara, el Gran Gabinete y la Cámara que daba al Salón de la Paz. Este conjunto componía la fachada sur edificada por Le Vau.
Los nuevos departamentos del rey se edificaron alrededor de la Corte de Mármol. Los departamentos oficiales llamados "Departamentos del Rey" ocupaban las alas sur y oeste del palacio de Luis XIII, y el "Departamento interior" se hallaba en el ala norte. El departamento del rey lo componían siete piezas, la última se unía con el Departamento Interior. En el centro del palacio se instaló el Salón del Rey (futura cámara de Luis XIV), y terminaba con el Gabinete del Consejo y el "Gabinete de las Thermes" o de las "Pelucas" (dos estancias situadas donde se halla el actual Salón del Consejo).
1700: el duque de Anjou, bisnieto de Luis XIV, fue proclamado rey de España con el nombre de Felipe V de España.
1701: transformación de los Departamentos del Rey. La cámara del rey se situó en el centro del palacio. La antecámara y la cámara de (1689) fueron unidas para formar la "Cámara del ojo de buey". Estas estancias fueron magníficamente amuebladas y cubiertas con tapicerías. Los plafones, sin pintar, formaban vastos luquetes (casquete esférico que forma la bóveda vaída) blancos.
1710: se terminó la construcción de la Capilla Real edificada por Robert de Cotte, que señalaría el fin del reinado de Luis XIV. Las proporciones del palacio y su decoración fueron una de las joyas de su reino.
1715: el 19 de febrero Luis XIV, que llevaba un hábito de satén constelado de diamantes, recibió a los embajadores de Persia en la Galería de los Espejos.
A últimos del mes de agosto, una muchedumbre desacostumbrada se adentró, en silencio, en los departamentos del soberano. La Corte de Francia acudió a presenciar la muerte del rey y rendirle honores en una última ceremonia.
1715: el 1 de septiembre, a las ocho de la mañana, el rey Sol se murió. Tenía 77 años y reinó durante 72. Su muerte puso fin al "Gran Siglo" que Voltaire denominó el siglo de "Luis el Grande".


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Cámara de la reina.
1715: el nuevo rey era un niño, su tutor, Felipe de Orleans (llamado el Regente, primo de Luis XV) abandonó Versalles el 9 de septiembre y se instaló en su residencia parisina del Palacio Real, y la corte se instaló en las Tullerías. Durante su Regencia, intentó demoler Versalles.
1717: Pedro el Grande, zar de Rusia, visitó Versalles y residió en el Gran Trianón.
1722: a los 12 años Luis XV volvió a Versalles y se instaló en los departamentos de Luis XIV.
El nuevo soberano quiso que se respetaran las tradiciones de Versalles. El tiempo de las grandes construcciones había terminado y el palacio no encontró el brillo de los años Luis XIV. Luis XV no sentía un especial interés por el palacio de Versalles. Cuando residía en él prefería refugiarse en los pequeños departamentos, en los áticos o debajo de los Grandes Departamentos. Pero la mayor parte del tiempo permanecía en el Trianón, en Marly, en Compiègne o en Fontainebleau, e incluso en las pequeñas residencias cercanas a París.
Las primeras reformas consistieron en:
• Demolición de las "Estancias de los Baños" y la "Escalera de los Embajadores"
• Construcción del salón de Hércules (el plafón de F. Lemoyne), de la Ópera y del Pequeño Trianón.
• Transformación de los Departamentos del Rey, de la Reina y de las princesas de la familia real.
Para transformar y adaptar las estancias a los gustos de la época y hacerlos más confortables, Ange-Jacques Gabriel se hizo cargo de las reformas.
La nueva Administración de los edificios, a cuya cabeza se encontraba desde 1708 el duque d’Antin, encargó la decoración de la gran sala (salón de Hércules) a Robert de Cotte que dirigió los trabajos siguiendo los proyectos elaborados durante los últimos años del reinado de Luis XIV. Las paredes fueron recubiertas con el mármol escogido por Luis XIV y se decoraron con cuadros de Paolo Veronese. François Lemoine quiso rivalizar con Veronese pintando "La apoteosis de Hércules". El Salón de Hércules comunicaba con los Departamentos del Rey y con el vestíbulo de la capilla. Más tarde, Gabriel reemplazó la escalera de los Embajadores por una nueva escalera que terminaba en esta sala.
1729: se empezó la nueva decoración de la cámara de la Reina. Robert de Cotte recubrió el contorno con nueva carpintería. 1735: se terminó la decoración de la cámara de la Reina realizada por Gabriel padre e hijo. 1736: Inauguración del Salón de Hércules. 1738–1760: las salas del departamento de las colecciones de Luis XIV fueron constantemente reformadas. Los trabajos empezaron en 1738 con la creación del dormitorio real privado, y se terminaron en 1760. 1741: Philibert Orry, que sucedió al duque d’Antin, terminó el "Estanque de Neptuno". 1742: Luis XV concedió audiencia a Saïd Ménemet Pacha, embajador extraordinario del Gran Señor. 1745: Como jefe de la Administración de los "Edificios del rey", Carlos Francisco Paul Le Normant de Tournehem sucedió a Philibert Orry, gracias a la influencia de su pupila (quizá su hija natural), Madame de Pompadour. 1750: falleció Tournehem y fue reemplazado por el marqués de Marigny, hermano de Madame de Pompadour. Bajo su dirección fueron relevados Gabriel y dos escultores de madera: Verbeckt y Rosseau. 1752: se demolieron las escaleras de los Embajadores, de la Pequeña Galería y del Gabinete de las Medallas. En su lugar se construyó un departamento para la mayor de las hijas de Francia: Madame Adélaïde. 1755: la segunda transformación consistió en unir el antiguo Gabinete el Rey (o del Consejo) con el Salón de las Thermes (o de las Pelucas), para formar el salón del Consejo. Jules Antoine Rosseau esculpió la carpintería dorada. Gabriel utilizó una parte de los antiguos paneles para decorar las paredes. En el segundo piso se construyeron los gabinetes del rey. En esta parte del palacio no se doró ni coloreó la carpintería. Se emplearon colores vivos y alegres para las estatuas, pintadas según las técnicas elaboradas por Martín, el inventor del famoso "barniz Martín". El elemento esencial de este departamento fue la pequeña galería levantada sobre el patio de mármol. Los cuadros de Boucher, Carle Van Loo, Lancret, Pater y Parrocel adornaban las paredes de carpintería coloreada.
Durante toda su carrera Gabriel tuvo que hacer frente a los problemas de alojamiento que se le presentaron: la reina tuvo ocho hijos. Para alojar a todas las princesas en unos apartamentos dignos de su rango, Gabriel llevó a cabo múltiples trabajos. Las princesas cambiaron, durante ese tiempo, del ala sur al ala norte y al primer piso del cuerpo central del edificio. Estos cambios sucesivos hicieron desaparecer la Sala de Baños, la escalera de los Embajadores, y se clausuró la Galería Basse. Estas estancias fueron destruidas por orden de Luis Felipe. Algunas de las espléndidas carpinterías se salvaron de esta destrucción y son testimonio del lujo en el que vivían las princesas.
Conforme a la tradición establecida por Luis XIV, el delfín y su esposa tomaron posesión de los departamentos del piso bajo situados debajo del Departamento de la Reina y la Galería de los Espejos. En el siglo XIX se destruyó todo este conjunto. Solo se conservó la Cámara del Delfín y la Biblioteca.
En los últimos años de Luis XV, se crearon la sala de Espectáculos (o de la Ópera Real). La sala de espectáculos creada por Luis XIV en la Corte de las Princesas era pequeña e incómoda y no servía para las nuevas modas. Madame de Pompadour, para distraer al rey, reunió un pequeño grupo de comediantes escogidos entre sus amigos y en el que participaba ella misma. Este pequeño grupo tenía dos teatros a su disposición, teatros provisionales y desmontables instalados en la pequeña galería y en el hueco de la escalera de los Embajadores, que resultaban demasiado pequeños para los espectadores e insuficientes para las necesidades de la corte.
Al construirse el ala norte, Luis XIV pensó en edificar un gran teatro para la ópera, pero las finanzas al fin de su reinado no se lo permitieron. Luis XV retomó su proyecto y la Ópera Real pudo inaugurarse con motivo de la boda de su nieto y Delfin, con la archiduquesa María Antonieta.


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1757: el 5 de enero se produjo el atentado de Damiens contra el rey. 1761–1768: Ange-Jacques edificó el Pequeño Trianón. 1769: la princesa Adélaïde reformó su departamento uniéndolo al de Luis XV. Las dos piezas más importantes de este departamento interior constituyeron la nueva cámara del rey y su gabinete interior.
Durante la segunda parte del reinado de Luis XV, se pusieron en marcha los proyectos de construcción de las fachadas con vistas a la villa.
1770: el 16 de mayo tuvo lugar el matrimonio del Delfín (futuro Luis XVI) con María Antonieta de Lorena, archiduquesa de Austria, que se celebró en la Capilla Real. Ese mismo día se inauguró el teatro de la Ópera Real, el sueño de Gabriel, hecho realidad. 1772: empezaron las obras del Gran Proyecto, que nunca fueron acabadas pero dieron paso al Ala Luis XV. En el interior se iniciaron las obras de la gran escalera, llamada “Gran Esacala”, cuya construcción se finalizó en 1785. Al término del Antiguo Régimen, el palacio era la residencia real más lujosa de toda Europa.
Mientras Gabriel seguía con su obra, la vida de la corte también seguía su curso, siempre brillante y suntuosa, bailes, fiestas… La distracción favorita de ese siglo era el teatro. Voltaire fue muy apreciado por sus tragedias y su prosa, y Madame de Pompadour fue una buena embajadora de estos actos.
Luis XV fue el responsable de la destrucción de muchos de los espléndidos edificios de la época de Luis XIV, pero en el interior del palacio se crearon unas magníficas decoraciones. Los jardines y, en particular el Trianón, se enriquecieron con la edificación del Pabellón Francés y el Pequeño Trianón.

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Durante el reinado de Luis XVI, se llevaron a cabo varias edificaciones en el Pequeño Trianon. En la conocida como Granja de María Antonieta, durante 1777-78 se construyó el Belvedere y el Templo del Amor, siendo ambos decorados por Deschamps. El mismo Deschamps, decoraría de nuevo el Teatro de la Reina, construido en 1779.
Fuera del Pequeño Trianon, en 1778, se arreglan las fachadas del palacio que dan al lado del parque, embelleciéndolas con esculturas. En 1787, se decora el Pabellón de la Lanterne y en 1786 la Puerta de San Antonio.
[editar] Después de la Revolución
Versalles vivió el apogeo de la Francia de los Borbones, pero también su destrucción: en Versalles se establecieron los Estados Generales desde 1789 hasta el 6 de octubre. En esta fecha, el palacio fue tomado por el pueblo y el rey y su familia obligados a trasladarse e instalarse en París. Desde entonces Versalles quedó vacío. En 1792, tras la caída de la monarquía, fue saqueado. Napoleón acarició durante un tiempo la idea de convertirlo en su palacio imperial, pero Versalles ya no se utilizará hasta el retorno de la monarquía. Luis Felipe encargó a su ministro Camille Bachasson, conde de Montalivet la conversión del palacio en museo: de esa época data la dedicatoria: "A todas las glorias de Francia".
Versalles ya sólo se utilizó de forma episódica o anecdótica. El palacio fue el cuartel general del ejército prusiano en 1870 durante el asedio de París. El emperador alemán fue coronado el 18 de enero de 1871 en la Galería de los Espejos. En él se refugiaron, durante la Comuna, Adolphe Thiers y su gobierno, sentándose en el gigantesco hemiciclo, en los sillones color burdeos hasta 1879. Después fue el centro de las elecciones presidenciales de la III y la IV República. Se decoró con grandes frescos que evocaban la guerra, la agricultura, el comercio, la industria y la paz. El Tratado de Versalles se firmó el 28 de junio de 1919, que puso fin a la Primera Guerra Mundial.
Actualmente Versalles es un palacio nacional puesto al servicio de la presidencia de la República. En él se recibe a los jefes de Estado extranjeros, como Isabel II de Inglaterra en 1972, el Shah del Irán en 1976, Mijaíl Gorbachov en 1985 o Borís Yeltsin en 1992. En 1987 tuvo lugar la reunión del G7.
Lugar simbólico, el palacio de Versalles fue objeto de un atentado en junio de 1978. La bomba puesta por los nacionalistas bretones destrozó una docena de salas.
Por otra parte, Versalles, después de la III República, sirvió como lugar de reunión del Congreso del Parlamento. Los asambleístas disponían de unos treinta departamentos que ocupaban una superficie de 7.000 m² en el ala sur.
Desde 1875 cerca de 25.000 m² de locales, situados principalmente en el ala sur (comprendida la galería de las batallas) fueron adjudicados al Parlamento, dos tercios para la Asamblea nacional y un tercio para el Senado. Esta adjudicación se formalizó mediante una ley el 22 de julio de 1879, relativa a la sede del poder ejecutivo y las cámaras de París, según la ordenanza nº 58-1100 del 17 de noviembre de 1958. Esta adjudicación es coherente con el proyecto de remodelación del palacio, denominado "Proyecto del Gran Versalles". Por otra parte, el senado ha rechazado a través de una enmienda una propuesta realizada por Jean-Louis Debré de restitución de la sala de las sesiones del Congreso, considerado como "un lugar de memoria de la historia parlamentaria de nuestro país" .
[editar] Los museos
Los museos del palacio de Versalles fueron creados en 1837 por Camille Bachasson, conde de Montalivet, por orden de Luis Felipe y son conocidos como "Museo de la historia de Francia".
Constituyen, con sus 18.000 m² el museo más grande de la historia del mundo. El museo contiene una colección de cuadros reunidos o encargados por Luis Felipe y están organizados por series históricas. Para su exposición, algunos departamentos fueron transformados en salas de museo.
Actualmente, el museo de la historia de Francia está situado en las alas, mientras que la parte central (a excepción del piso bajo), los Grandes Departamentos, las estancias privadas y los departamentos de la familia real han sido restaurados y pueden verse tal como eran cuando estaban ocupados por los reyes.
La conservación de Versalles es costosa, especialmente en lo que concierne a sus inmensos tejados, pero el turismo, así como los donativos, completan la subvención del Estado para su mantenimiento.

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Algunas cifras
El palacio de Versalles está administrado desde 1995 por el establecimiento público del museo y del dominio nacional de Versalles, cuya presidenta es Christine Albanel, consejera de Estado. En este establecimiento público trabajan 900 personas, 400 de ellas destinadas a la vigilancia. Tres millones de personas por año visitan el palacio, y 7 millones los jardines, el 70 % de ellos son extranjeros.
Versalles comprende tres palacios: Versalles, Gran Trianón y Pequeño Trianón, además de infinidad de edificios situados en la villa: grandes y pequeñas caballerizas, hotel de los pequeños placeres, sala de Juego de la Palma, el Gran Común…
El palacio de Versalles cuenta con 700 estancias, 2.513 ventanas, 352 chimeneas (1.252 durante el Antiguo Régimen), 67 escaleras, 483 espejos (repartidos en la Gran Galería, Salón de la Guerra y Salón de la Paz), y 13 ha de chimeneas. La superficie total es de 67.121 m² de los cuales 50.000 están abiertos al público.
El parque abarca 800 ha, 300 de bosque y dos de jardines a la francesa: el Pequeño Parque, tiene 80 ha y el Trianón, 50 ha. Tiene 20 km² de vallas y 42 km² de paseos, con 372 estatuas.
Entre los 55 estanques, los más grandes son el Gran Canal, de 24 ha, y el estanque de los Suizos, de 180.000 m². Hay 600 surtidores y 35 km² de canalización.
Un programa de renovación, "el proyecto del Gran Canal de Versalles", fue presentado en 2003. Dotado con una subvención del Estado de 135 millones de euros para los siete primeros años, tardará en realizarse unos 17 años y afectará a todo el conjunto: palacio y parque. Los tres objetivos principales son asegurar el palacio, proseguir con las restauraciones y crear nuevos espacios para la acogida del público.
Junto con el Estado, numerosos mecenas financiarán las restauraciones. Sus contribuciones representan el 5 % del presupuesto público. La fundación "American Friends of Versalles" donó 4 millones de dólares (es decir, el 2/3 del coste total) para la restauración de "El bosque de las tres fuentes", inaugurada en junio de 2004. La sociedad Vinci financió la restauración de la Galería de los Espejos con 12 millones de euros. Las obras empezaron en 2004 y concluyeron con la reinauguración de la Galería el 25 junio de 2007.


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Palacio de Versalles.
• 1623: Luis XIII hizo construir en medio del bosque, y al lado de una loma rodeada por dos pantanos insalubres, una modesta vivienda de ladrillo, piedra y pizarra. Era su refugio de caza favorito y, por tanto, se construyó una vivienda rústica y utilitaria. La disposición de los pabellones y fosas se hizo a semejanza de algunas construcciones feudales.
• Luis XIII mandó edificar una nueva vivienda en un terreno que compró a Jean de Soisy, del que era propietario desde el siglo XIV. En esta pequeña residencia, Luis XIII recibía, de cuando en cuando, a su madre María de Médicis y a su esposa Ana de Austria, que nunca pernoctaron allí, sólo pasaban el día.
• El primer "palacio" de Versalles se edificó detrás del actual edificio de mármol. La vivienda principal medía 24 m de longitud por 6 de profundidad y, a cada lado, se construyeron dos alas bajas. El departamento del rey constaba de una pequeña galería en la que colgaba un cuadro que representaba la batalla de La Rochelle. A continuación había cuatro salas, cuyas paredes estaban recubiertas de tapicerías. La habitación del rey ocupaba el cuerpo central del edificio.
• 1630: el 11 de noviembre, el cardenal Richelieu fue a Versalles, en secreto, para informar al rey de una conspiración que se estaba fraguando y que fomentaba la reina madre. Esta conspiración se conocería más tarde con el nombre de Día de los Engañados. Richelieu fue nombrado Primer ministro y la reina madre fue exiliada.
• 1632: el 8 de abril, Luis XIII compró el dominio de Versalles a Jean-François de Gondi, arzobispo de París, tío del cardenal de Retz y heredero de Albert. Este es un extracto del último contrato de venta:


• Versalles. Fachada sudoeste.
• "El 8 de abril de 1632, presentado el ilustrísimo y reverendísimo Jean-François de Gondi, arzobispo de París, señor de Versalles, reconoce haber vendido, cedido y transferido… a Luis XIII, aceptado por Su Majestad representado por Charles de l’Aubesquine, Ministro de Justicia y canciller a las órdenes del rey, y por el ministro Antoine Rusé, marqués d’Effiat, intendente de finanzas, etc., la tierra y el señorío de Versalles, consistentes en un viejo castillo en ruinas y una granja con varios edificios; consistiendo la susodicha granja en tierras laborables, prados, castaños, estanques y otras dependencias; alta, media y baja justicia… con el anexo de la granja Lessart, pertenencias y dependencias de la misma, sin nada que exceptuar, retener o reservar por el susodicho arzobispo, de la que ha sido auditor en el lugar de Versalles, y de la cual tierra y señorío de Versalles y el anexo de la granja de Lessart disfrutará Su Majestad y sus sucesores reyes como propietarios. Esta venta, cesión y transferencia han sido hechos a cargos y deberes feudales solamente, a cambio de la suma de sesenta mil libras, que el susodicho señor arzobispo reconoce haber recibido de Su Majestad, de manos de… , en piezas de dieciséis sueldos, con cuya suma está conforme en vender a Su Majestad y a otros, etc." (Architexture françoise, por Jacques-François Blondel, liv. VII, p. 93).
• El rey no hizo la compra de este castillo más que para demolerlo y así ampliar la superficie de la residencia real. Como curiosidad, en la cumbre de la meseta de Versalles, en la misma plaza del castillo actual, se edificó un molino de viento: un molinero "reinaba" donde reinaba Luis XIV. Al mismo tiempo, el rey adquirió nuevos terrenos para ampliar la zona de caza. El pabellón edificado en las tierras de Jean de Soisy se hizo a toda prisa.
• El 26 de mayo empezaron los primeros trabajos de ampliación, que fueron dirigidos por el ingeniero arquitecto Philibert Le Roy.
• 1634: se terminaron las obras y Luis XIII tomó posesión de sus nuevos departamentos.
• A partir de 1636, el rey multiplicó sus estancias aprovechándose del confort de su nueva mansión, así como del encanto de sus jardines. Estos fueron estructurados "a la francesa" por Boyceau y Menours, con decoraciones arabescas y entrelazados.
• 1643: sintiéndose morir, Luis XIII confesó: "Si Dios me devuelve la salud, tan pronto como mi delfín tenga edad de montar a caballo y tenga la mayoría le pondré en mi lugar y yo me retiraré a Versalles con cuatro de nuestros frailes para que me entretengan con charlas divinas." El 14 de mayo murió. Versalles permaneció en silencio durante dieciocho años.


• Versalles. Invernadero.
• [editar] Luis XIV
• Al principio de su reinado, Luis XIV no encontraba ninguna mansión real que le complaciera plenamente. Vivía en París: en el Palacio Real, en el Louvre, en las Tullerías. Trató de quedarse en Vincennes y en Saint-Germain-en-Laye, y pasó una temporada en Fontainebleau. El rey comparaba las ventajas y los inconvenientes de estos palacios y, para paliar sus incomodidades, realizó importantes reformas pero en ninguno de ellos llegó a sentirse cómodo.
• 1651: el rey efectuó su primera visita a Versalles. Fue entonces cuando se produjo el "flechazo".
• 1660: el 25 de octubre, Luis XIV llevó a Versalles a su esposa, la reina María Teresa.
• Cámara de la Reina. Grandes Departamentos. Palacio de Versalles.
• 1661: empezaron los nuevos trabajos de ampliación tras el fallecimiento del Cardenal Mazarino. De 1661 a 1662, el rey invirtió un millón cien mil libras. La decisión de Luis XIV de edificar en el lugar en que estaba el pequeño palacio de su padre uno de los más maravillosos palacios de Europa ocasionó duras críticas entre los cortesanos. Quedan testimonios de esas secretas oposiciones; el lugar no estaba bien escogido: "Versalles lugar ingrato, escribió Saint-Simon, triste, sin vida, sin bosque, sin agua, sin tierra, parece que todo son arenas movedizas y pantanosas, sin aire, en consecuencia: no es bueno."
• Luis Le Vau, el arquitecto del Palacio de Vaux-le-Vicomte, fue el encargado de reconstruir las dependencias, Charles Errard y Noël Coypel empezaron los trabajos de decoración de las estancias, mientras que André le Nôtre creó el invernadero y el zoológico. En esa época, Versalles no era más que una residencia de placer en cuyos jardines se celebraban las fiestas; el Louvre era oficialmente el palacio real. En una carta célebre, Colbert se lamentaba del abandono en que Luis XIV tenía al Louvre:
• "Durante el tiempo que (Vuestra Majestad) ha dispensado grandes sumas en esa mansión, ha olvidado el Louvre, que es, ciertamente, el más hermoso palacio que hay en el mundo(…) Oh, qué tristeza (…) que el rey más grande sea medido en comparación con Versalles!"
• 1664: en el mes de mayo, se celebró la primera fiesta en el palacio, que se denominó: "Los Placeres de la Isla Encantada". La fiesta se inició con dos poemas épicos del siglo XVI: Orlando furioso de Ludovico Ariosto y Jerusalén liberada (La Gerusalemme liberata, 1580) de Tasso. Molière presentó las Cartas francesas creando la Princesa de Elide y los tres primeros actos del Tartufo. El rey había preparado esta fiesta, en secreto, para Mademoiselle La Vallière.
• 1664-1666: Luis XIV tomó la decisión de reformar Versalles para poder pasar allí muchos días con su Consejo. Decidió conservar el palacio edificado por Luis XIII, más por razones financieras que sentimentales. Luis Le Vau triplicó la superficie del palacio, que fue decorado con mucho lujo retomando el tema del Sol, omnipresente en Versalles. Los jardines, especialmente apreciados por Luis XIV, fueron ampliados y adornados con esculturas de François Girardon y de Le Hongre.
• 1665: se instalaron las primeras estatuas en el jardín y se construyó la gruta de Tethys. El primer Invernadero, el Zoológico y la Gruta de Téthys no resistieron la prueba del paso del tiempo. Sólo el grupo de Apolo y las ninfas y Los caballos del Sol (esculpidos por Girardon, Regnaudi, Marsy y Tuby) recuerdan la Gruta de Tethys.
• 1667: se excavó el estanque del Gran canal. Le Nôtre diseñó la ampliación del ala central y se hizo cargo de los jardines y las viviendas exteriores. Colaboró con Francine, hijo de un ingeniero italiano, para la construcción y las instalaciones hidráulicas.
• 1668: se celebró la décima fiesta el 18 de julio, en la que se dio a conocer el nombre de Versalles. Conocida (la fiesta) con el nombre de "Gran Divertimiento Real de Versalles", dejarán huella por sus creaciones: Georges Dandin, Molière, así como las fiestas del Amor y del Azar, de Lully. Durante las fiestas de 1664 y 1668, los cortesanos se quejaron de la incomodidad del pequeño palacio porque no encontraron un lugar en el que dormir.
• El rey, deseando ampliar el palacio, confió este trabajo a Le Vau, que presentó varios proyectos. El primero de ellos suponía la destrucción del palacio primitivo, que sería reemplazado por un palacio a la italiana. En el segundo proyecto se planteaba la ampliación del palacio, por la parte del jardín, revestido de piedra. Siguiendo los consejos de Colbert, el rey optó por este segundo proyecto.
• 1668–1670: Le Vau empezó la edificación del revestimiento, que consistía en una segunda construcción que rodearía el primer palacio. De una parte a otra del antiguo palacio, el "Gran Departamento" del rey, al norte, el de la reina, al sur, fueron emplazados simétricamente. Una amplia terraza, frente a los jardines, comunicaba ambas dependencias. Momentáneamente, se conservó el palacio de ladrillo y piedra. Las fachadas se adornaron con columnas de mármol de Rance, balcones de hierro forjado y dorado y bustos sobre las balaustradas. Los tejados llevaban adornos y el patio fue enlosado con mármol. Las pequeñas viviendas adyacentes fueron elevadas y unidas al palacio de Luis XIII por medio de una serie de pabellones que formaban el patio de armas, que se cerraba con una cancela dorada. En las antiguas dependencias se construyó un peristilo de columnas coronadas por estatuas. Las nuevas construcciones triplicaron la superficie del palacio.
• El 11 de octubre fallecía Le Vau, y Colbert designó a François d’Orbay para proseguir con las obras. Luis XIV vio su deseo cumplido, el palacio de Luis XIII permaneció igual frente al burgo, pero no sucedió lo mismo con respecto al jardín, ya que quedó oculto tras las nuevas edificaciones. Desde entonces se distinguieron, perfectamente, el "Palacio Viejo" de Luis XIII y el "Palacio Nuevo" de Luis XIV, construido por su hijo. El "Palacio Nuevo" era un edificio hecho en piedra, de concepción italiana. Las largas fachadas fueron punteadas por un salidizo y dividas a lo alto. En la fachada oeste se construyó una gran terraza que unía el pabellón del rey (al norte) con el de la reina (al sur). Todo ello a semejanza del palacio de Chambord. Le Vau se inspiró en los modelos italianos, pero los volúmenes, las proporciones y la ornamentación fueron obra del espíritu francés.
• La planta baja, constituida por un basamento realzado por las líneas horizontales de los tabiques, recibía la luz a través de unas ventanas ojivales abiertas sobre los arriates.
• En el primer piso se pusieron columnas jónicas, hornacinas y altas ventanas rectangulares (diseñadas por Mansart en 1669). Se decoró con esculturas: estatuas en las hornacinas y bajorrelieves rectangulares sobre las ventanas (desaparecidos en 1679).
• En el segundo piso, o ático, la decoración fue de estilo corintio y se coronó con una balaustrada.
• 1670: se construyó el Trianón de porcelana. Durante ese período, los cortesanos hicieron edificar sus hotelitos cercanos a la residencia preferida del rey.
• 1670-1671: 14 grandes mansiones (Luxemburgo, Noailles, Guisa, Bouillon y Gesvres) se construyeron en esa época.
• 1677: Luis XIV soñaba con hacer un palacio que dejara constancia de su época. Los palacios del Louvre y de las Tullerías ya tenían la impronta de sus antecesores. La creación de Versalles respondía a un deseo político y económico. Dirigiendo personalmente los asuntos del reino y centralizando la administración, el rey quería agrupar, en torno a él, a los ministros y sus servicios. Su majestad tenía intención de fijar su residencia en Versalles. Mansart tuvo que diseñar los proyectos para la instalación de la Corte. El palacio tendrá grandes dimensiones.


• Versalles. Galería de los Espejos.
• 1678–1684: la Galería de los Espejos, símbolo del poder del monarca absoluto, se levantó sobre la antigua terraza del palacio nuevo. La obra se concluyó en 1684. La decoración fue confiada al equipo de Charles Le Brun. Más tarde el rey quiso construir en Versalles una de sus grandes galerías, muy de moda por entonces. Luis XIV apreciaba las largas galerías del Louvre y de Fontainebleau, por las que se podía pasar y comunicarse con los otros departamentos; se distinguían por sus valiosas decoraciones. El rey había hecho instalar la Galería de Apolo en el Louvre y en el palacio que había hecho edificar en Clagny para Madame de Montespan, la galería Mansart deslumbraría a todos los visitantes.
• En Versalles, y cerrando la terraza de Le Vau por medio de una larga fachada cuyas líneas arquitectónicas eran iguales a las del palacio nuevo, Mansart construyó la Galería de los Espejos.
• La Gran galería, limitada al norte por el salón de la "Guerra" y, al sur por el salón de la "Paz", tenía 73 m de largo, ocupando toda la fachada oeste del "Palacio Nuevo", y servía de comunicación entre los departamentos del rey y de la reina. La creación de la Galería de los espejos significó nuevas reformas: el departamento del rey fue trasladado al "Palacio Viejo", el departamento del Sol se convirtió en el "Gran Departamento" y fue utilizado para las grandes recepciones.
• 1678: se empezó la construcción del ala sur destinada a alojar a los cortesanos. Mansart proyectó la construcción de dos inmensos edificios que encuadrarían el palacio de Le Vau por el norte y por el sur y por detrás de éste.
• Se remodeló la fachada que daba a los jardines.
• Fallece el arquitecto François d’Orbay, al que sucedió Mansart.
• Un gran espejo con marco de bronce dorado, cincelado por Cucci, se colocó en la sala de baños y se pusieron dos bañeras alargadas de mármol blanco decoradas con bronce dorado.
• Se comenzaron los trabajos del "Estanque de los Suizos" y la "Fuente de Neptuno", el aterrazamiento para el Arriate del Sur y la construcción del nuevo Invernadero.
• 1679: la Galería de los Espejos, el Salón de la Guerra y de la Paz reemplazaron la terraza y los gabinetes del rey y de la reina.
• Se elevó el edificio central. Un reloj, enmarcado por las estatuas de Marte, de Marsy, y de Hércules, de Girardon, se colocaron en la nueva fachada.
• Mansart empezó la construcción de una segunda escalera: la Escalera de la Reina. De la escalera de los Embajadores sólo quedaron las puertas por las que se accedía al Gran Departamento, con el busto de Luis XIV y la antigua ninfa.
• Terminadas las dependencias de los ministros, se inició la construcción de las Grandes y Pequeñas caballerizas, se continuó con la confección de los jardines, que fueron enriquecidos con nuevas estatuas y bosquecillos.
• 1681: Charles Le Brun terminó la decoración de los Grandes Departamentos.
• La Máquina de Marly comenzó a bombear el agua del Sena.
• Las perspectivas fueron ampliadas.
• Excavación del Gran Canal y del estanque de los Suizos.
• Multiplicación de los bosquecillos y fuentes en los jardines con la conducción del agua. Éstos dieron paso a los jardines que se denominaron, desde entonces, "jardines a la francesa". Las esculturas más grandes de aquel tiempo decoraron el espacio con estatuas de mármol y bronce.
• 1682: Luis XIV, impaciente, no esperó a la finalización de las obras. El 6 de mayo el rey dejó Saint-Cloud y se instaló definitivamente en Versalles, que se convirtió, de esta forma, en la residencia oficial del rey de Francia. Un contemporáneo describió las condiciones en las que se encontraban las instalaciones: "El dieciséis de mayo el Rey dejó Saint-Cloud para instalarse en Versalles donde deseaba estar desde hacía tiempo, estaba lleno de albañiles y Madame la Delfina se vio obligada a cambiar de departamento porque el ruido le impedía dormir. El rey se instaló en una residencia en la que sólo faltaban los trabajos de decoración. La Galería de los Espejos estaba llena de andamios y para atravesarla era necesario utilizar un pasaje practicado entre las vigas."
• Se inauguró el ala sur.
• Uno de los grandes problemas de Versalles fue, siempre, el alojamiento de los cortesanos. Versalles fue el símbolo del poderío de Luis XIV, lugar en el que se instaló definitivamente a los 44 años.
• Versalles vivió entonces el apogeo de la sociedad cortesana. Luis XIV transformó una nobleza belicosa y potencialmente rebelde en un grupo mantenido por el Estado en la persona del rey. El rey, que había conocido durante la Fronda los peligros de una sublevación de la nobleza, quería proteger tanto a la persona real como al gobierno. Se encargó de reducir el poder de los nobles empleando, para ello, diversos medios:
• Atraer a los grandes señores a su corte y distribuyendo o haciéndoles esperar honores, títulos y pensiones.
• Ofreciendo, a los más importantes, vivienda en el palacio.
• Inspirando a sus cortesanos respeto e impidiendo su promiscuidad.
• Haciendo de sus cortesanos los espectadores asiduos de su grandeza.
• El rey estableció unas reglas de protocolo rigurosas y complejas que transformaron todos sus actos, incluso los más cotidianos, en un ceremonial casi sagrado.
• En el acto de levantarse o acostarse de los reyes podía estar presente un determinado número de personas, los más favoritos tenían el honor de rodear al rey por detrás de la balaustrada, que aislaba el lecho del resto del dormitorio, y prestarle ayuda cuando se vestía. Todas los actos de su vida estaban regulados de esta manera, desde el nacimiento de las princesas, que se había producido en público (lo que evitaba cualquier duda sobre su legitimidad), hasta los obsequios del rey que se regían por normas inmutables.
• Las relaciones del rey con las personas que podían aproximarse a él tenían que realizarse con toda solemnidad, ya fueran recepciones a los embajadores, presentación de nobles y damas con título, o el recibo de felicitaciones y parabienes.
• Para romper con este protocolo, Luis XIV instituyó los "Días para Departir" en los que, tres veces por semana, de las 19 a 22 horas, los cortesanos eran admitidos en el "Gran Departamento". En diferentes salones estaban repartidas las mesas con manjares, las mesas de juego y otros en los que se podía escuchar música o bailar. El rey se paseaba por ellos sin que los señores y las damas tuvieran que dejarlo todo para saludarle. Era éste un gran honor, envidiado y disputado por aquellos que no eran admitidos. Luis XIV se reservó, no obstante, unos pequeños departamentos para llevar una vida más íntima con sus allegados, como los compañeros de caza a los que invitaba regularmente a comer.
• Para Europa, Versalles fue un testimonio del poderío de Francia y de Luis XIV.
• 1683: en unos departamentos, prohibidos para todo aquél que no estuviera autorizado, los arquitectos y los decoradores habilitaron unos gabinetes y salones destinados a la conservación de las obras maestras y las colecciones del rey. En el "Salón Oval", el gabinete de los Cuadros y el Salón de las Conchas en el que se exponían toda clase de objetos de arte y curiosidades, en las paredes colgaban los cuadros de la colección real. Estas salas formaron parte de los departamentos de las Colecciones que terminaban en el "Salón de las Medallas". Según la descripción de Mademoiselle de Scudéry, este último estaba iluminado por medio de dos arañas de cristal de roca y en él se podían ver:
• Unos grandes jarrones tallados adornados con oro y diamantes
• Bustos y figuras antiguas
• Una nave de oro guarnecida de rubís y diamantes (era la gran nave de Luis XIV que fue pintada en el plafón del Salón de la Abundacia)
• Porcelanas de China y de Japón
• Unas jarras de ágata, esmeraldas, turquesas, jade de Alemania y de Oriente, de coral, etc.
• Unas figuras grotescas de perlas, esmeraldas, rubís y ágata
• Cuadros, espejos
• Estatuas de animales antiguos
• Un gran vaso de jaspe de óvalo irregular que sirvió para el bautizo de Carlos V


• Cámara del Rey.


• Cámara del Rey.
• Una parte de estos tesoros fue llevada, por orden de Luis XV, al salón de las Medallas de la Biblioteca de París, el resto se perdió durante la Revolución francesa. La galería de Apolo, en el Louvre, guarda algunas de las piezas de la colección de Luis XIV, jarras de cristal de roca o materias preciosas (jaspe, coral, etc.) y pequeños objetos de bronce.
• En 1683 se cerró a causa de la muerte de Maria Teresa y de Colbert. La intendencia de los edificios pasó a manos de Louvois, que no apreciaba la obra de Le Brun e introdujo a Mignard en Versalles.
• 1684: el departamento de las colecciones se amplió con la anexión del departamento de Montespan, transformándose en una pequeña galería que decoró Mignard, quien encontró la ocasión de rivalizar con Le Brun. Mignard pintó los plafones inspirándose en el tema de Apolo y de Minerva, decoró asimismo los plafones de los dos pequeños salones de la galería. El suelo era de madera de boj y las paredes estaban cubiertas de ricas tapicerías. Como la colección de obras maestras era considerable, los cuadros se iban exponiendo de forma rotatoria. En este lugar el rey pasaba muchos ratos contemplando el cuadro de la Gioconda.
• 1685–1689: una verdadera fiebre constructiva dio paso a
• El Invernadero, que reemplazó al que había construido Le Bau. Se plantaron 3.000 arbustos y 150.000 plantas ornamentales cada año.
• Las caballerizas
• El Gran Común
• El ala norte para los cortesanos
• La construcción de las alas norte y sur amplió las fachadas de Le Vau. Vistos desde los jardines, los tres edificios distintos componían un conjunto armonioso. La fachada medía 670 m. Los dos nuevos edificios acogían a las Princesas y a los cortesanos, las caballerizas, las carrozas, los servicios generales y el alojamiento de los criados. La Gruta de Téthys fue derruida.
• Dos años después de instalada la corte, 22.000 a 30.000 obreros (según la disponibilidad de los regimientos) y 6.000 caballos se sumaron a las diferentes obras de Versalles. Se levantó una colina para cimentar los 680 m de longitud del palacio. Se plantó un bosque entero. Mansart coordinó todos los trabajos. La factura total ascendió a unos 80 millones de libras. En caso de accidente de trabajo fueron previstas las indemnizaciones siguientes:
• 30 a 40 libras por un brazo o una pierna rota
• 60 libras por un ojo reventado
• 40 a 100 libras para la viuda en caso de muerte
• La aldea de Versalles se transformó en una verdadera villa que se construyó alrededor del palacio y de los jardines. Los 5.000 cortesanos edificaron unos hotelitos en los que se alojaron sus servidores y sus pertenencias. Tabernas y posadas contribuyeron a darle vida a una población que no cesaba de crecer; tenía 70.000 habitantes antes de la Revolución.
• 1686: Le Brun terminó la decoración de la Galería de los Espejos. Tuvo lugar la Audiencia de los embajadores del rey de Siam.
• 1687: el rey se cansó del Trianón de porcelana. Mansart edificó en el mismo lugar un pequeño palacio de mármol y pórfiro: el Gran Trianón. Luis XIV vigiló tan de cerca los trabajos que parecía ser el verdadero arquitecto de la obra.
• 1689: en el nuevo Versalles, se accedía a los departamentos de la reina por medio de una escalera de mármol llamada la "Escalera de la Reina". El rellano daba acceso a las dos Salas de la Guardia de Corps, después estaba la Antecámara, el Gran Gabinete y la Cámara que daba al Salón de la Paz. Este conjunto componía la fachada sur edificada por Le Vau.
• Los nuevos departamentos del rey se edificaron alrededor de la Corte de Mármol. Los departamentos oficiales llamados "Departamentos del Rey" ocupaban las alas sur y oeste del palacio de Luis XIII, y el "Departamento interior" se hallaba en el ala norte. El departamento del rey lo componían siete piezas, la última se unía con el Departamento Interior. En el centro del palacio se instaló el Salón del Rey (futura cámara de Luis XIV), y terminaba con el Gabinete del Consejo y el "Gabinete de las Thermes" o de las "Pelucas" (dos estancias situadas donde se halla el actual Salón del Consejo).
• 1700: el duque de Anjou, bisnieto de Luis XIV, fue proclamado rey de España con el nombre de Felipe V de España.
• 1701: transformación de los Departamentos del Rey. La cámara del rey se situó en el centro del palacio. La antecámara y la cámara de (1689) fueron unidas para formar la "Cámara del ojo de buey". Estas estancias fueron magníficamente amuebladas y cubiertas con tapicerías. Los plafones, sin pintar, formaban vastos luquetes (casquete esférico que forma la bóveda vaída) blancos.
• 1710: se terminó la construcción de la Capilla Real edificada por Robert de Cotte, que señalaría el fin del reinado de Luis XIV. Las proporciones del palacio y su decoración fueron una de las joyas de su reino.
• 1715: el 19 de febrero Luis XIV, que llevaba un hábito de satén constelado de diamantes, recibió a los embajadores de Persia en la Galería de los Espejos.
• A últimos del mes de agosto, una muchedumbre desacostumbrada se adentró, en silencio, en los departamentos del soberano. La Corte de Francia acudió a presenciar la muerte del rey y rendirle honores en una última ceremonia.
• 1715: el 1 de septiembre, a las ocho de la mañana, el rey Sol se murió. Tenía 77 años y reinó durante 72. Su muerte puso fin al "Gran Siglo" que Voltaire denominó el siglo de "Luis el Grande".
• [editar] Luis XV


• Gran Trianón.


• Pequeño Trianón.


• Escritorio cilíndrico de Luis XV.


• Cámara de la reina.
• 1715: el nuevo rey era un niño, su tutor, Felipe de Orleans (llamado el Regente, primo de Luis XV) abandonó Versalles el 9 de septiembre y se instaló en su residencia parisina del Palacio Real, y la corte se instaló en las Tullerías. Durante su Regencia, intentó demoler Versalles.
• 1717: Pedro el Grande, zar de Rusia, visitó Versalles y residió en el Gran Trianón.
• 1722: a los 12 años Luis XV volvió a Versalles y se instaló en los departamentos de Luis XIV.
• El nuevo soberano quiso que se respetaran las tradiciones de Versalles. El tiempo de las grandes construcciones había terminado y el palacio no encontró el brillo de los años Luis XIV. Luis XV no sentía un especial interés por el palacio de Versalles. Cuando residía en él prefería refugiarse en los pequeños departamentos, en los áticos o debajo de los Grandes Departamentos. Pero la mayor parte del tiempo permanecía en el Trianón, en Marly, en Compiègne o en Fontainebleau, e incluso en las pequeñas residencias cercanas a París.
• Las primeras reformas consistieron en:
• Demolición de las "Estancias de los Baños" y la "Escalera de los Embajadores"
• Construcción del salón de Hércules (el plafón de F. Lemoyne), de la Ópera y del Pequeño Trianón.
• Transformación de los Departamentos del Rey, de la Reina y de las princesas de la familia real.
• Para transformar y adaptar las estancias a los gustos de la época y hacerlos más confortables, Ange-Jacques Gabriel se hizo cargo de las reformas.
• La nueva Administración de los edificios, a cuya cabeza se encontraba desde 1708 el duque d’Antin, encargó la decoración de la gran sala (salón de Hércules) a Robert de Cotte que dirigió los trabajos siguiendo los proyectos elaborados durante los últimos años del reinado de Luis XIV. Las paredes fueron recubiertas con el mármol escogido por Luis XIV y se decoraron con cuadros de Paolo Veronese. François Lemoine quiso rivalizar con Veronese pintando "La apoteosis de Hércules". El Salón de Hércules comunicaba con los Departamentos del Rey y con el vestíbulo de la capilla. Más tarde, Gabriel reemplazó la escalera de los Embajadores por una nueva escalera que terminaba en esta sala.
• 1729: se empezó la nueva decoración de la cámara de la Reina. Robert de Cotte recubrió el contorno con nueva carpintería. 1735: se terminó la decoración de la cámara de la Reina realizada por Gabriel padre e hijo. 1736: Inauguración del Salón de Hércules. 1738–1760: las salas del departamento de las colecciones de Luis XIV fueron constantemente reformadas. Los trabajos empezaron en 1738 con la creación del dormitorio real privado, y se terminaron en 1760. 1741: Philibert Orry, que sucedió al duque d’Antin, terminó el "Estanque de Neptuno". 1742: Luis XV concedió audiencia a Saïd Ménemet Pacha, embajador extraordinario del Gran Señor. 1745: Como jefe de la Administración de los "Edificios del rey", Carlos Francisco Paul Le Normant de Tournehem sucedió a Philibert Orry, gracias a la influencia de su pupila (quizá su hija natural), Madame de Pompadour. 1750: falleció Tournehem y fue reemplazado por el marqués de Marigny, hermano de Madame de Pompadour. Bajo su dirección fueron relevados Gabriel y dos escultores de madera: Verbeckt y Rosseau. 1752: se demolieron las escaleras de los Embajadores, de la Pequeña Galería y del Gabinete de las Medallas. En su lugar se construyó un departamento para la mayor de las hijas de Francia: Madame Adélaïde. 1755: la segunda transformación consistió en unir el antiguo Gabinete el Rey (o del Consejo) con el Salón de las Thermes (o de las Pelucas), para formar el salón del Consejo. Jules Antoine Rosseau esculpió la carpintería dorada. Gabriel utilizó una parte de los antiguos paneles para decorar las paredes. En el segundo piso se construyeron los gabinetes del rey. En esta parte del palacio no se doró ni coloreó la carpintería. Se emplearon colores vivos y alegres para las estatuas, pintadas según las técnicas elaboradas por Martín, el inventor del famoso "barniz Martín". El elemento esencial de este departamento fue la pequeña galería levantada sobre el patio de mármol. Los cuadros de Boucher, Carle Van Loo, Lancret, Pater y Parrocel adornaban las paredes de carpintería coloreada.
• Durante toda su carrera Gabriel tuvo que hacer frente a los problemas de alojamiento que se le presentaron: la reina tuvo ocho hijos. Para alojar a todas las princesas en unos apartamentos dignos de su rango, Gabriel llevó a cabo múltiples trabajos. Las princesas cambiaron, durante ese tiempo, del ala sur al ala norte y al primer piso del cuerpo central del edificio. Estos cambios sucesivos hicieron desaparecer la Sala de Baños, la escalera de los Embajadores, y se clausuró la Galería Basse. Estas estancias fueron destruidas por orden de Luis Felipe. Algunas de las espléndidas carpinterías se salvaron de esta destrucción y son testimonio del lujo en el que vivían las princesas.
• Conforme a la tradición establecida por Luis XIV, el delfín y su esposa tomaron posesión de los departamentos del piso bajo situados debajo del Departamento de la Reina y la Galería de los Espejos. En el siglo XIX se destruyó todo este conjunto. Solo se conservó la Cámara del Delfín y la Biblioteca.
• En los últimos años de Luis XV, se crearon la sala de Espectáculos (o de la Ópera Real). La sala de espectáculos creada por Luis XIV en la Corte de las Princesas era pequeña e incómoda y no servía para las nuevas modas. Madame de Pompadour, para distraer al rey, reunió un pequeño grupo de comediantes escogidos entre sus amigos y en el que participaba ella misma. Este pequeño grupo tenía dos teatros a su disposición, teatros provisionales y desmontables instalados en la pequeña galería y en el hueco de la escalera de los Embajadores, que resultaban demasiado pequeños para los espectadores e insuficientes para las necesidades de la corte.
• Al construirse el ala norte, Luis XIV pensó en edificar un gran teatro para la ópera, pero las finanzas al fin de su reinado no se lo permitieron. Luis XV retomó su proyecto y la Ópera Real pudo inaugurarse con motivo de la boda de su nieto y Delfin, con la archiduquesa María Antonieta.


• Versalles. Capilla Real.


• Capilla real, desde la tribuna.


• La reconstruída Reja Real.


• Vista de una parte de la aldea.


• "Proclamación del II Imperio Alemán, 18 de enero de 1871", 1877 por Anton von Werner.


• “La Firma de la Paz, en el Salón de los Espejos, Versalles, 28 de junio de 1919” por Sir Guillermo Orpen.
• 1757: el 5 de enero se produjo el atentado de Damiens contra el rey. 1761–1768: Ange-Jacques edificó el Pequeño Trianón. 1769: la princesa Adélaïde reformó su departamento uniéndolo al de Luis XV. Las dos piezas más importantes de este departamento interior constituyeron la nueva cámara del rey y su gabinete interior.
• Durante la segunda parte del reinado de Luis XV, se pusieron en marcha los proyectos de construcción de las fachadas con vistas a la villa.
• 1770: el 16 de mayo tuvo lugar el matrimonio del Delfín (futuro Luis XVI) con María Antonieta de Lorena, archiduquesa de Austria, que se celebró en la Capilla Real. Ese mismo día se inauguró el teatro de la Ópera Real, el sueño de Gabriel, hecho realidad. 1772: empezaron las obras del Gran Proyecto, que nunca fueron acabadas pero dieron paso al Ala Luis XV. En el interior se iniciaron las obras de la gran escalera, llamada “Gran Esacala”, cuya construcción se finalizó en 1785. Al término del Antiguo Régimen, el palacio era la residencia real más lujosa de toda Europa.
• Mientras Gabriel seguía con su obra, la vida de la corte también seguía su curso, siempre brillante y suntuosa, bailes, fiestas… La distracción favorita de ese siglo era el teatro. Voltaire fue muy apreciado por sus tragedias y su prosa, y Madame de Pompadour fue una buena embajadora de estos actos.
• Luis XV fue el responsable de la destrucción de muchos de los espléndidos edificios de la época de Luis XIV, pero en el interior del palacio se crearon unas magníficas decoraciones. Los jardines y, en particular el Trianón, se enriquecieron con la edificación del Pabellón Francés y el Pequeño Trianón.
• [editar] Luis XVI
• Durante el reinado de Luis XVI, se llevaron a cabo varias edificaciones en el Pequeño Trianon. En la conocida como Granja de María Antonieta, durante 1777-78 se construyó el Belvedere y el Templo del Amor, siendo ambos decorados por Deschamps. El mismo Deschamps, decoraría de nuevo el Teatro de la Reina, construido en 1779.
• Fuera del Pequeño Trianon, en 1778, se arreglan las fachadas del palacio que dan al lado del parque, embelleciéndolas con esculturas. En 1787, se decora el Pabellón de la Lanterne y en 1786 la Puerta de San Antonio.
• [editar] Después de la Revolución
• Versalles vivió el apogeo de la Francia de los Borbones, pero también su destrucción: en Versalles se establecieron los Estados Generales desde 1789 hasta el 6 de octubre. En esta fecha, el palacio fue tomado por el pueblo y el rey y su familia obligados a trasladarse e instalarse en París. Desde entonces Versalles quedó vacío. En 1792, tras la caída de la monarquía, fue saqueado. Napoleón acarició durante un tiempo la idea de convertirlo en su palacio imperial, pero Versalles ya no se utilizará hasta el retorno de la monarquía. Luis Felipe encargó a su ministro Camille Bachasson, conde de Montalivet la conversión del palacio en museo: de esa época data la dedicatoria: "A todas las glorias de Francia".
• Versalles ya sólo se utilizó de forma episódica o anecdótica. El palacio fue el cuartel general del ejército prusiano en 1870 durante el asedio de París. El emperador alemán fue coronado el 18 de enero de 1871 en la Galería de los Espejos. En él se refugiaron, durante la Comuna, Adolphe Thiers y su gobierno, sentándose en el gigantesco hemiciclo, en los sillones color burdeos hasta 1879. Después fue el centro de las elecciones presidenciales de la III y la IV República. Se decoró con grandes frescos que evocaban la guerra, la agricultura, el comercio, la industria y la paz. El Tratado de Versalles se firmó el 28 de junio de 1919, que puso fin a la Primera Guerra Mundial.
• Actualmente Versalles es un palacio nacional puesto al servicio de la presidencia de la República. En él se recibe a los jefes de Estado extranjeros, como Isabel II de Inglaterra en 1972, el Shah del Irán en 1976, Mijaíl Gorbachov en 1985 o Borís Yeltsin en 1992. En 1987 tuvo lugar la reunión del G7.
• Lugar simbólico, el palacio de Versalles fue objeto de un atentado en junio de 1978. La bomba puesta por los nacionalistas bretones destrozó una docena de salas.
• Por otra parte, Versalles, después de la III República, sirvió como lugar de reunión del Congreso del Parlamento. Los asambleístas disponían de unos treinta departamentos que ocupaban una superficie de 7.000 m² en el ala sur.
• Desde 1875 cerca de 25.000 m² de locales, situados principalmente en el ala sur (comprendida la galería de las batallas) fueron adjudicados al Parlamento, dos tercios para la Asamblea nacional y un tercio para el Senado. Esta adjudicación se formalizó mediante una ley el 22 de julio de 1879, relativa a la sede del poder ejecutivo y las cámaras de París, según la ordenanza nº 58-1100 del 17 de noviembre de 1958. Esta adjudicación es coherente con el proyecto de remodelación del palacio, denominado "Proyecto del Gran Versalles". Por otra parte, el senado ha rechazado a través de una enmienda una propuesta realizada por Jean-Louis Debré de restitución de la sala de las sesiones del Congreso, considerado como "un lugar de memoria de la historia parlamentaria de nuestro país" .
• [editar] Los museos
• Los museos del palacio de Versalles fueron creados en 1837 por Camille Bachasson, conde de Montalivet, por orden de Luis Felipe y son conocidos como "Museo de la historia de Francia".
• Constituyen, con sus 18.000 m² el museo más grande de la historia del mundo. El museo contiene una colección de cuadros reunidos o encargados por Luis Felipe y están organizados por series históricas. Para su exposición, algunos departamentos fueron transformados en salas de museo.
• Actualmente, el museo de la historia de Francia está situado en las alas, mientras que la parte central (a excepción del piso bajo), los Grandes Departamentos, las estancias privadas y los departamentos de la familia real han sido restaurados y pueden verse tal como eran cuando estaban ocupados por los reyes.
• La conservación de Versalles es costosa, especialmente en lo que concierne a sus inmensos tejados, pero el turismo, así como los donativos, completan la subvención del Estado para su mantenimiento.
• [editar] Algunas cifras
• El palacio de Versalles está administrado desde 1995 por el establecimiento público del museo y del dominio nacional de Versalles, cuya presidenta es Christine Albanel, consejera de Estado. En este establecimiento público trabajan 900 personas, 400 de ellas destinadas a la vigilancia. Tres millones de personas por año visitan el palacio, y 7 millones los jardines, el 70 % de ellos son extranjeros.
• Versalles comprende tres palacios: Versalles, Gran Trianón y Pequeño Trianón, además de infinidad de edificios situados en la villa: grandes y pequeñas caballerizas, hotel de los pequeños placeres, sala de Juego de la Palma, el Gran Común…
• El palacio de Versalles cuenta con 700 estancias, 2.513 ventanas, 352 chimeneas (1.252 durante el Antiguo Régimen), 67 escaleras, 483 espejos (repartidos en la Gran Galería, Salón de la Guerra y Salón de la Paz), y 13 ha de chimeneas. La superficie total es de 67.121 m² de los cuales 50.000 están abiertos al público.
• El parque abarca 800 ha, 300 de bosque y dos de jardines a la francesa: el Pequeño Parque, tiene 80 ha y el Trianón, 50 ha. Tiene 20 km² de vallas y 42 km² de paseos, con 372 estatuas.
• Entre los 55 estanques, los más grandes son el Gran Canal, de 24 ha, y el estanque de los Suizos, de 180.000 m². Hay 600 surtidores y 35 km² de canalización.
• Un programa de renovación, "el proyecto del Gran Canal de Versalles", fue presentado en 2003. Dotado con una subvención del Estado de 135 millones de euros para los siete primeros años, tardará en realizarse unos 17 años y afectará a todo el conjunto: palacio y parque. Los tres objetivos principales son asegurar el palacio, proseguir con las restauraciones y crear nuevos espacios para la acogida del público.
• Junto con el Estado, numerosos mecenas financiarán las restauraciones. Sus contribuciones representan el 5 % del presupuesto público. La fundación "American Friends of Versalles" donó 4 millones de dólares (es decir, el 2/3 del coste total) para la restauración de "El bosque de las tres fuentes", inaugurada en junio de 2004. La sociedad Vinci financió la restauración de la Galería de los Espejos con 12 millones de euros. Las obras empezaron en 2004 y concluyeron con la reinauguración de la Galería el 25 junio de 2007.

luis xiv (biografía wiki)

El nacimiento de Luis XIV en el año 1638 fue recibido como un don divino por sus padres: Luis XIII y Ana de Austria, los cuales no habían conseguido engendrar un heredero en veintitrés años. Luis XIV provenía de un ambiente multicultural ya que sus abuelos paternos, Enrique IV de Francia y María de Médicis, eran navarro e italiana respectivamente y sus abuelos maternos, Felipe III de España y Margarita de Austria, eran Habsburgos, él español y ella austriaca.
Luis XIII y Ana tuvieron a su segundo hijo, Felipe d'Anjou, que posteriormente sería Felipe I, Duque de Orleans, en el año 1640.
Luis XIII no se fiaba de la habilidad de su esposa para gobernar Francia tras su muerte, por lo que decretó que un consejo regente gobernase en nombre de su hijo durante su minoría de edad, para reducir así el poder de la Reina Madre durante la regencia. No obstante, tras la muerte de Luis XIII y tras la ascensión al trono, con cinco años, de Luis XIV el 14 de mayo de 1643, Ana anuló el testamento de Luis XIII en el Parlamento, rompió con el consejo y quedó como única regente. Durante su regencia, confió el poder a su primer ministro, el italiano Cardenal Mazarino, al que la mayoría de los círculos políticos franceses despreciaban por su origen no francés.
Al finalizar la Guerra de los Treinta Años, en el año 1648, comenzó una guerra civil francesa conocida como la Fronda. Mazarino continuó con las políticas de centralización emprendidas por su predecesor, Richelieu, aumentando así el poder real a expensas de la nobleza. En 1648, intentó imponer un impuesto a los miembros del Parlamento, el cual estaba constituido, principalmente, por miembros de la nobleza y altos cargos eclesiásticos. Los miembros del Parlamento no sólo rechazaron el impuesto, sino que también ordenaron la quema de todos los edictos financieros de Mazarino. En una ocasión en que el cardenal ordenó arrestar a algunos miembros del Parlamento, París estalló en insurrección. Un grupo de parisinos molestos irrumpió en el palacio real demandando ver al rey. Tras ser conducidos a la alcoba real, se quedaron mirando a Luis XIV, el cual se estaba haciendo el dormido, y se marcharon tranquilamente. Debido al peligro que corría la familia real y la monarquía, Ana huyó de París con el rey y sus cortesanos. Poco tiempo después, la firma de la Paz de Westfalia permitió al ejército francés volver a ayudar a Luis XIV y su corte real. Ya en enero de 1649 comenzó el asedio de la rebelde París. La subsecuente Paz de Rueil acabó con el conflicto, por lo menos temporalmente.
La segunda Fronda comenzó cuando la primera Fronda (Fronde Parlementaire) finalizó, en 1650. Nobles de todo rango, desde princesas de Sangre Real y primos del rey, como Gastón, duque de Orleans, su hija, Ana María Luisa de Orleans y Montpensier, Luis II de Borbón-Condé y Armando de Borbón-Conti, a nobles de largo linaje como François VI, Duque de La Rochefoucauld, Frédéric Maurice de La Tour d'Auvergne, su hermano, Turenne y Marie de Rohan-Montbazon, incluso nobles de descendencia real legítima como Enrique II de Orleans y Francisco de Vendôme, participaron en la rebelión contra el poder real. Incluso el clero tenía representación en la rebelión en la persona de Jean-François Paul de Gondi. Como resultado a estos días tumultuosos, en los que se dice que la Reina Madre tuvo que vender sus joyas para alimentar a sus hijos, Luis XIV desarrolló una gran desconfianza hacia la nobleza.
[editar] Fin de la guerra con España y reinado personal


Coronación de Luis XIV en Reims 1654.


Su matrimonio en 1660.


Expansión francesa bajo Luis XIV (en naranja).
Mientras, la guerra con España continuaba. Los franceses recibieron apoyo militar de Inglaterra, dirigida por Oliver Cromwell. La alianza anglo-francesa venció a los españoles en la batalla de las Dunas de 1658. El resultado de la guerra fue el Tratado de los Pirineos que fijó la frontera entre España y Francia en los Pirineos, cediendo España varias provincias y ciudades a Francia en los Países Bajos españoles y en el Rosellón. Este tratado cambió la balanza de poder, Luis XIV contrajo matrimonio con la hija de Felipe IV de España: María Teresa de Austria. El matrimonio se celebró el 9 de junio de 1660.
[editar] Guerra en los Países Bajos
Tras la muerte de Felipe IV de España, tío y suegro de Luis XIV, en 1665, su hijo (de su segunda esposa) ascendió al trono como Carlos II de España. Luis XIV reclamó el territorio de Brabante, en los Países Bajos, gobernados hasta entonces por el rey de España, que debían ser devueltos a su esposa, María Teresa, hermanastra mayor de Carlos II (hija del primer matrimonio del padre de ambos). Luis argumentó que las costumbres de Brabante no permitían que un hijo sufriera prejuicios por las consecuencias de que su padre volviera a casarse, por lo que tenía prioridad sobre los hijos de los siguientes matrimonios a la hora de heredar. Estas reclamaciones darían pie a la Guerra de Devolución de 1667, en la cual Luis participó personalmente.
Los intereses de Luis en los Países Bajos se beneficiaron de los problemas internos de la República de los Siete Países Bajos Unidos. El político más importante del momento en las Provincias Unidas, Johan de Witt, temía que el joven Guillermo III, Príncipe de Orange, se hiciese con el poder en las Provincias Unidas. De Witt pensaba que una guerra naval contra Francia podía ser llevadera, no así una guerra terrestre, que permitiría la intervención de Guillermo III, dejándole con el poder. Así, con las Provincias Unidas divididas en un conflicto interno entre los seguidores de De Witt y los de Guillermo de Orange, junto a las refriegas entre ingleses y holandeses, Francia no tuvo ninguna dificultad en conquistar Flandes y el Franco Condado. Impactados por la velocidad del triunfo francés, las Provincias Unidas se unieron a Inglaterra y Suecia en una Triple Alianza el año 1668. La formación de la Triple Alianza ponía a Luis XIV ante el problema de verse envuelto en una guerra de mayores dimensiones, por lo que aceptó firmar la paz en el Tratado de Aquisgrán, por el cual Francia se quedaba con el control de Flandes, pero devolvía el Franco Condado a España.
La Triple Alianza no duró mucho. En 1670, Carlos II de Inglaterra, atraído por sobornos franceses, firmó en secreto el Tratado de Dover, convirtiéndose en aliado francés. Ambos reinos declararon la guerra a las Provincias Unidas en 1672. La rápida invasión y ocupación de la práctica totalidad de los Países Bajos, salvo Ámsterdam, provocó un golpe de estado contra De Witt, lo que permitió a Guillermo III hacerse con el poder. Guillermo III se alió con España y el Sacro Imperio, y, tras dos años de lucha en 1674, firmó un tratado de paz con Inglaterra forzando a los ingleses a retirarse de los Países Bajos. Guillermo incluso llegó a casarse con María II de Inglaterra, sobrina de Carlos II de Inglaterra. Sin embargo, y a pesar de estos movimientos diplomáticos, la guerra continuó con grandes victorias francesas sobre las fuerzas de la coalición oponente. No obstante, las naciones implicadas, extenuadas por la guerra, comenzaron a negociar una paz, finalizando en 1678 con la Paz de Nimega. En dicho tratado, y a pesar de que devolvió todo el territorio holandés capturado, Luis XIV ganó la posesión de más ciudades y retuvo el Franco Condado, que había sido invadido en pocas semanas.
El Tratado de Nimega incrementó todavía más la influencia francesa en Europa, pero no satisfizo a Luis XIV. El rey despidió a su ministro de asuntos exteriores, Simon Arnauld de Pomponne, el año 1679, porque consideraba su actitud demasiado comprometida con los aliados. Luis XIV continuó agrandando su ejército, aunque en vez de conseguir sus reclamaciones territoriales por las armas, usó juicios. Debido a las redacciones ambiguas de los tratados de la época, Luis consiguió reclamar que los territorios que se le habían cedido en los tratados firmados previamente debían cederse junto a las dependencias y tierras que habían pertenecido a esos territorios formalmente. La anexión de estos territorios tenía el objetivo de proporcionar a Francia una frontera más defendible. Luis también deseaba la ciudad de Estrasburgo, un emplazamiento estratégico importante. Estrasburgo estaba emplazado en Alsacia, territorio que no se le había cedido a Luis en la Paz de Westfalia. Sin embargo, Luis XIV lo ocuparía en 1681, usando pretextos legales.
[editar] Dominación en la década de 1680
En la década de 1680 el poder francés sobre Europa, bajo el mandato de Luis XIV, había aumentado enormemente. La gestión económica de uno de los ministros más famosos de Luis, Jean-Baptiste Colbert, muerto en 1683, produjo un gran cambio en la tesorería real; los ingresos de la corona se triplicaron bajo su supervisión. Los príncipes europeos comenzaron a imitar el modelo francés en todos sus aspectos. Las colonias francesas en el extranjero se multiplicaron, tanto en América como en África y Asia, iniciándose relaciones diplomáticas con naciones como Siam y Persia. Por ejemplo, el explorador René Robert Cavelier de La Salle reclamó para Francia, en 1682, la cuenca del río Misisipi, nombrándola Luisiana en honor de Luis XIV. Incluso los jesuítas franceses tenían presencia en la corte Manchú en China.
En un intento de aumentar más su dominio en Europa, Luis XIV reforzó el galicanismo, una doctrina que limitaba el poder papal en Francia. Además, Luis XIV tomó medidas para disminuir la influencia y el poder de la nobleza y el clero. Estas medidas incluían mantener el control sobre el segundo estado (la nobleza), usando la táctica de mantener a la alta nobleza en corte del palacio de Versalles, consiguiendo así que los nobles se quedaran la mayoría del año bajo la vigilancia de Luis XIV, y no en sus territorios, donde podían planear rebeliones e insurrecciones. Además, manteniéndose cerca del rey era la única forma posible para poder ganar favores reales como pensiones y privilegios necesarios para su posición social. Luis divertía a estos visitantes permanentes con fiestas extravagantes y otras distracciones, hecho que contribuía notablemente al control real sobre una nobleza poco disciplinada.
En el apartado de disminuir la influencia nobiliaria, Luis siguió el trabajo emprendido por los Cardenales Richelieu y Mazarino. Luis, tras sacar experiencias de la Fronda, creía que la única manera de mantener su poder era colocar plebeyos o, por lo menos, miembros de la nueva aristocracia en los cargos importantes. Dicha política se basaba en el hecho de que Luis podía reducir un plebeyo que tuviera gran influencia por su cargo a una nadería tan sólo con despedirle, cosa que no podía hacer con la influencia de un gran noble. Por ello, Luis dedicó a toda la gran aristocracia a la posición de cortesanos, a la vez que nombraba ministros a plebeyos y nuevos aristócratas. Como cortesanos, el poder de la nobleza disminuyó notablemente. Esa falta de poder se ve reflejado en la ausencia de rebeliones, como la Fronda, tras Luis XIV. De hecho, esta victoria de la corona sobre la nobleza aseguró que no hubiera ninguna guerra civil importante en Francia, hasta la Revolución y la Era Napoleónica.


El palacio de Versalles, construido por Luis XIV.
Luis XIV convirtió el Palacio de Versalles, originalmente un refugio de caza construido por su padre, en un espectacular palacio real. El 6 de mayo de 1682 se mudó allí oficialmente con toda su corte. Luis tenía varias razones para crear un palacio de tanta opulencia extravagante y para cambiar allí la residencia de la monarquía. La afirmación, sin embargo, de que odiaba París es imprecisa porque Luis no dejó de embellecer su capital con monumentos, mientras la mejoraba y desarrollaba. Versalles cumplía como el sitio deslumbrante y sobrecogedor para los asuntos de estado y para recibir a los mandatarios extranjeros, donde la atención no se dividía entre la capital y la gente, sino que recaía totalmente sobre el rey. La vida de la corte se centraba en la grandeza. Los cortesanos se rodeaban de vidas lujosas, vestidos con gran magnificencia, siempre asistiendo a cenas, representaciones, celebraciones, etc. De hecho, muchos nobles se vieron obligados a dejar toda su influencia o a depender totalmente de los subsidios y subvenciones reales para poder mantener el costoso estilo de vida versallesco. Esta situación hizo que los nobles dejaran de intentar retomar poder, que podría resultar en potenciales problemas para la corona, centrándose sin embargo en competir por ser invitados a cenar en la mesa del rey o el privilegio de poder llevar una vela cuando el rey se retiraba a sus habitaciones.

[editar] La unificación nacional: el galicanismo
Artículo principal: Galicanismo
A continuación, Luis XIV intentó incrementar su control sobre la Iglesia. Convocó una asamblea del Clero (Assemblée du Clergé) en noviembre de 1681. Tras su disolución en junio de 1682, la asamblea había aceptado la Declaración del Clero Francés. El poder real se incrementó, en detrimento del poder papal. Entre otras medidas, el Papa no podía enviar legados papales sin el consentimiento de Luis; dichos legados, además, sólo podían ejercer su cometido tras otra aprobación una vez habían entrado en Francia. Los obispos no podían abandonar el país sin aprobación real; ningún agente gubernamental podía ser excomulgado por sus actos en misión oficial; y no se podía apelar al Papa sin la aprobación del rey. El rey obtuvo el poder de promulgar leyes eclesiásticas y todas las reglas papales eran inválidas en territorio francés sin el consentimiento real. La Declaración, sin embargo, no fue aceptada por el Papa, por razones claramente obvias.
[editar] La unificación religiosa: la revocación del edicto de Nantes


Madame de Maintenon, segunda esposa de Luis XIV.
La esposa de Luis XIV, María Teresa, murió el año 1683. Luis no se mantuvo fiel a ella por mucho tiempo tras su matrimonio de 1660: sus varias amantes incluían a Luisa de La Vallière, Françoise Athénaïs de Rochechouart de Mortemart, Madame de Montespan, y a María Angélica de Fontanges. Sin embargo, se mantuvo más fiel en su segundo matrimonio, con Madame de Maintenon. El matrimonio morganático entre Luis XIV y Madame de Maintenon tuvo lugar, probablemente, a finales de 1685.
Madame de Maintenon, antes protestante, se había convertido al catolicismo. Antes se creía que, además, había participado muy activamente en la persecución de los protestantes, y que instó a Luis XIV a revocar el Edicto de Nantes, el cual proporcionaba algo de libertad religiosa a los Hugonotes (los miembros de la protestante Iglesia Reformada). Sin embargo, está implicación de Madame de Maintenon se cuestiona actualmente. El mismo Luis XIV estaba de acuerdo con el plan, puesto que, como el resto de Europa, católica o protestante, creía que para mantener la unidad nacional, debía antes conseguir la unidad religiosa; en su caso una unidad bajo el catolicismo. Esta idea estaba definida en el principio «Cuius regio, eius religio», política religiosa en vigencia desde su establecimiento en la Paz de Augsburgo de 1555. De hecho, ya había comenzado la persecución de los hugonotes.
Luis continuó el proceso de unificación religiosa publicando un edicto en marzo de 1685, que estipulaba la expulsión de los judíos de las colonias francesas. También se prohibió la práctica de cualquier religión, excepto del catolicismo. En octubre de 1685, Luis promulgó el Edicto de Fontainebleau, que revocaba el anterior edicto de Nantes, bajo el pretexto de que la extinción casi total del protestantismo en Francia hacía innecesario un edicto que les concediera privilegios. El nuevo edicto contemplaba que cualquier clérigo protestante que no se convirtiera al catolicismo fuese desterrado; las escuelas e instituciones protestantes fueron prohibidas; los hijos de familias protestantes debían ser bautizados por un sacerdote católico; y los sitios de culto protestantes fueron demolidos. El edicto descartaba el ejercicio público de la religión, pero no el creer en ella. De hecho, el edicto decía: «las personas de la Pretendida Religión Reformada podrán, hasta que guste a Dios alumbrarlos como a los demás, (...) continuar su comercio y disfrutar de sus bienes sin que se les pueda molestar o impedir con el pretexto de dicha R.P.R., bajo la condición de que no se dediquen al ejercicio de dicha religión, ni se reunan bajo el pretexto de rezar o tener servicios religiosos».[1] Esta frase contenida en el último artículo del edicto nunca fue aplicada; es más, ya desde 1681 se había puesto en práctica una campaña de conversiones forzadas al catolicismo mediante el método de las dragonadas. Aunque el Edicto prohibía formalmente la posibilidad de que los hugonotes abandonaran Francia, cerca de 200.000 huyeron clandestinamente hacia Inglaterra, los Países Bajos, Alemania y Estados Unidos. Este hecho fue dañino para los intereses económicos de Francia lo que llevó a algunos personajes como Vauban, uno de los generales de Luis más influyentes, a condenar la medida públicamente, aunque, en general, su proclamación fue muy bien recibida.
Hacia 1685, Luis XIV se encontraba en el apogeo de su reinado. Uno de los principales rivales de Francia, el Sacro Imperio Romano Germánico, fue desmembrado mientras luchaba contra en Imperio otomano en la Guerra austro-turca. El Gran Visir Otomano llegó casi a tomar Viena, pero en el último momento el rey Juan III Sobieski con un ejército de fuerzas polacas, alemanas y austríacas consiguió la victoria en la Batalla de Viena, en 1683. Mientras, Luis XIV, gracias a la Tregua de Ratisbona, se anexionaba varios territorios, incluido Luxemburgo. Tras repeler el ataque otomano en Viena, el Sacro Imperio dejó de estar amenazado por los turcos; sin embargo el Emperador nunca intentó recuperar los territorios ocupados por Luis XIV.
[editar] La Liga de Augsburgo
La revocación del Edicto de Nantes tuvo grandes consecuencias políticas y diplomáticas, principalmente en los países protestantes, en los cuales dicha revocación contribuyó a crear un creciente sentimiento antifrancés. En 1686, dirigentes tanto católicos como protestantes fundaron la Liga de Augsburgo, ostensiblemente un pacto defensivo para proteger la zona del Rin, pero que era realidad una alianza ofensiva contra Francia. La alianza incluía entre sus miembros al Emperador del Sacro Imperio y varios de los gobernantes de los estados alemanes que formaban parte del Imperio, principalmente el Palatinado, Baviera y Brandeburgo. Las Provincias Unidas, España y Suecia también se unieron a la Liga.
Luis XIV mandó sus tropas al Palatinado en 1688, debido a que el ultimátum que propuso a los príncipes germánicos, por el cual estos debían ratificar la Tregua de Ratisbona (confirmando así la posesión de Luis de los territorios anexionados en esa tregua) así como reconocer públicamente el derecho de las reclamaciones de su cuñada, expiró. Aparentemente, el ejército de Luis tenía como órdenes apoyar militarmente las reclamaciones territoriales de la cuñada de Luis, Elizabeth Charlotte duquesa de Orleans, en el Palatinado. Sin embargo, la invasión tenía el propósito real de presionar al Palatinado para que abandonara la Liga, consiguiendo así debilitarla.
Las acciones francesas unieron a los príncipes en el bando del Emperador. Luis esperaba que Inglaterra, gobernada por el rey católico Jacobo II, se mantendría neutral en el conflicto, pero la Revolución Gloriosa inglesa acabó con Jacobo, que fue reemplazado en el trono por su hija María II, que gobernaba junto a su marido Guillermo III (el Príncipe de Orange). Debido a la enemistad que surgió entre Luis y Guillermo en la guerra en Holanda, este decidió unirse a la Liga, la cual se conocería a partir de ese momento con el nombre de Gran Alianza.
Las campañas de la que sería conocida como Guerra de los Nueve Años (1688–1697) fueron dominadas, en general, por las tropas francesas. Las fuerzas Imperiales resultaron poco efectivas, pues el grueso del ejército imperial seguía enfrentándose al Imperio otomano. Rápidamente Francia consiguió una gran cantidad de victorias desde Flandes en el norte hasta el valle del Rin en el este e Italia y España en el sur. Mientras, Luis XIV apoyó a Jacobo II en su intento de recuperar el trono británico, pero el estuardo no tuvo éxito. Este hecho hizo que la Inglaterra de Guillermo pudiera entrar con más fuerza en el conflicto continental. No obstante, a pesar del tamaño de la coalición oponente, los franceses aplastaron al ejército aliado en la Batalla de Fleurus, así como en la Batalla de Steenkerque (1692) y en la Batalla de Neerwinden (1693). Bajo la supervisión personal del rey, las tropas francesas capturaron Mons en 1691 y la inexpugnable, hasta el momento, fortaleza de Namur, el año 1692. La victoria naval francesa en la Batalla de Beachy Head en 1690 fue, sin embargo, contrarrestada por la victoria angloholandesa en la Batalla de La Hogue en 1692. La guerra duró todavía cuatro años más, hasta que el Duque de Saboya firmó un acuerdo de paz, aliándose así con los franceses el año 1696, reforzando los ejércitos franceses y facilitanto la captura de Milán y Barcelona.
La Guerra de los Nueve Años finalizó en 1697 con el Tratado de Ryswick. Luis XIV devolvió Luxemburgo y otros territorios de los que se había apoderado en la guerra holandesa de 1679, pero conservó Estrasburgo. También adquirió la posesión de jure de su, hasta entonces de facto, posesión de Haití así como la devolución de los territorios de Pondicherry y Acadia. Luis, por otra parte, tuvo que reconocer el reinado de Guillermo III y María II como soberanos de Gran Bretaña e Irlanda, por lo que estos últimos se aseguraron que nunca más volvería a apoyar a Jacobo II; de igual modo renunció a sus reclamaciones sobre el Palatinado. España recuperó Cataluña y otros territorios perdidos, tanto en la Guerra de los Nueve Años como en otras anteriores, en los Países Bajos. Luis también devolvió en este tratado la Lorena a su duque, pero bajo la condición de permitir la libre circulación francesa en el territorio. Los términos generosos del tratado fueron interpretados como una concesión para favorecer un sentimiento pro-francés en España, lo que, eventualmente, llevaría a Carlos II, rey de España a designar a Felipe, Duque de Anjou (nieto de Luis) como su sucesor.
[editar] La sucesión española


Carlos II, rey de España, cuya muerte daría pie a la Guerra de Sucesión.
El problema de la sucesión al trono español dominó la situación europea tras la Paz de Ryswick. El rey español, Carlos II, apodado El Hechizado, estaba muy enfermo y no podía tener descendencia. La herencia de la corona española era cuantiosa, ya que Carlos II no sólo era rey de España, sino también de Nápoles, Sicilia, Milán, los Países Bajos Españoles y un gran imperio colonial. En total, veintidós dominios distintos.
Francia y Austria eran los principales candidatos al trono, puesto que ambos tenían lazos familiares con la familia real española. Felipe, Duque de Anjou (que sería Felipe V de España), el pretendiente francés, era el bisnieto de la hija mayor de Felipe III de España, Ana de Austria, y el nieto de la hija mayor de Felipe IV de España, María Teresa de Austria. La única pega para sus aspiraciones a la sucesión era su renuncia al trono, la cual en el caso de María Teresa, sin embargo, no era efectiva puesto que España no había cumplido su parte del tratado. Por otro lado, Carlos, Archiduque de Austria y más tarde Emperador, hijo menor de Leopoldo I, fruto del tercer matrimonio de éste con Leonor del Palatinado, reclamaba el trono español por su abuela paterna, que era la hija menor de Felipe III; esta pretensión, al contrario de la francesa, no estaba condicionada por ninguna renuncia previa. Sin embargo, y usando las reglas de sucesión, la posición francesa era superior, puesto que su pretendiente descendía de la hija mayor.
Algunas potencias europeas temían la posibilidad de que tanto Francia como el Sacro Imperio se hicieran con el control de España, lo que deterioraría el equilibrio de poder en Europa. Por ello, Guillermo III, rey de Gran Bretaña e Irlanda, prefería a otro candidato, el Príncipe Bávaro José Fernando de Baviera, nieto de Leopoldo I y la primera esposa de éste: Margarita Teresa de España, hija pequeña de Felipe IV. En los términos del Primer Tratado de Partición, firmado en La Haya en 1698, en plena guerra de los Nueve Años, por Inglaterra y Francia para evitar una alianza hispano-alemana, se estipulaba que José Fernando heredaría España, incluyendo los territorios italianos, mientras que los Países Bajos se repartirían entre las Casas de Francia y de Austria. España, sin embargo, no había sido consultada y rechazaba frontalmente la partición del Imperio español. La corte española insistía en la necesidad de mantener la integridad del Imperio. Por ello, cuando el tratado llegó a oídos de Carlos II, éste declaró a José Fernando como su único heredero, legándole toda la herencia en solitario.
El problema resurgió seis meses después, cuando el príncipe José Fernando murió de viruela. La corte española insistía en su posición de mantener todo el territorio español gobernado bajo sólo un mando, lo que sólo dejaba las posibilidades de dejar dicho mando a Francia o a Austria. Carlos II, presionado por su esposa alemana, eligió la casa austríaca, eligiendo como heredero al Archiduque Carlos. Ignorantes de la decisión de Carlos II, Luis XIV y Guillermo III firmaron un segundo tratado, que dejaba al Archiduque con España, los Países Bajos y las colonias, mientras que el hijo mayor (y heredero) de Luis, Luis Gran Delfín heredaría los territorios italianos, en previsión de intercambiarlos posteriormente por Saboya o la Lorena.
En 1700, agonizando en su lecho de muerte, Carlos II cambió las disposiciones sucesorias inesperadamente. Debido al Tratado de Ryswick, la opinión española se había vuelto más francófila, y Carlos II, basado en las experiencias previas que demostraban la superioridad militar francesa, pensó que Francia estaba más capacitada para mantener la unidad del imperio. La herencia española le fue ofrecida en su totalidad a Felipe Duque de Anjou, hijo menor del Delfín. La oferta incluía una cláusula por la cual Felipe debía renunciar a su posición en la línea sucesoria francesa.
Esta oferta dejaba a Luis XIV ante una difícil decisión: por un lado podía aceptar todo el Imperio español, traicionando así los Tratados de Partición que previamente había firmado con Guillermo III, o podía rechazar la oferta, aceptando el Segundo Tratado, dejando Europa en un estado de paz. Luis XIV había asegurado a Guillermo III que cumpliría los términos del Tratado y partiría los dominios españoles. Sin embargo, incluso aceptar sólo una parte del legado español ponía a Francia en grave peligro de entrar en guerra con el Sacro Imperio; además Guillermo III había dejado claro que no apoyaría a Luis en una guerra para obtener los territorios estipulados en el Tratado de Partición. Luis XIV, sabiendo que en cualquier circunstancia la guerra era inevitable, era más provechoso aceptar la oferta sucesoria propuesta por Carlos II. Así, cuando Carlos II murió el 1 de noviembre, Felipe, Duque de Anjou, fue proclamado Felipe V, rey de España.
Los oponentes de Luis XIV aceptaron a Felipe como rey español a regañadientes. Sin embargo, éste actuó precipitadamente en 1701 cuando transfirió el asiento de negros, un permiso para vender esclavos a las colonias españolas, a Francia, movimiento que suponía un gran riesgo para el comercio inglés. Además, Luis XIV dejó de reconocer el reinado de Guillermo III tras la muerte de Jacobo II, reivindicando al hijo y heredero de éste Jacobo Francisco Estuardo (conocido como «el Viejo Pretendiente») como rey de Inglaterra e Irlanda. Más allá, Luis mandó tropas a los Países Bajos españoles para asegurar su lealtad a Felipe V y para guarnecer las fortalezas españolas, que habían estado durante un tiempo bajo control holandés como parte de la Barrera que protegía las Provincias Unidas de potenciales ataques franceses. En consecuencia, se formó una alianza entre Gran Bretaña, las Provincias Unidas, el Sacro Imperio Romano Germánico y la mayoría de estados germánicos. Baviera, Portugal y Saboya se aliaron al lado de Luis XIV y Felipe V.
La subsecuente Guerra de Sucesión Española continuó durante prácticamente el resto del reinado de Luis. Los franceses tuvieron algo de éxito, llegando casi a capturar Viena, pero la victoria de Marlborough y Eugenio de Saboya en la Batalla de Blenheim (13 de agosto de 1704) y otras derrotas como la Batalla de Ramillies y la Batalla de Oudenarde unido a la hambruna y la deuda creciente hizo que Francia tuviera que tomar una postura defensiva. Baviera fue conquistada por los aliados tras la Batalla de Blenheim, y Portugal y Saboya se pasaron rápidamente al otro bando. La guerra fue muy costosa para Luis XIV; hacia 1709, el ejército francés estaba gravemente debilitado y Luis rogaba una paz. Sin embargo, todas las negociaciones de paz quedaron en nada debido a las condiciones que imponían los aliados. Cada vez se hacía más claro que Luis no podría mantener en su órbita todos los territorios españoles, pero igualmente quedaba cada vez más claro que sus oponentes no podrían quitar a Felipe V del trono español tras las victorias francoespañolas en las batallas de Almansa y Villaviciosa.
La situación francesa empeoró con la caída de Bouchain, que dejaba a Marlborough con el camino prácticamente libre para llegar hasta París. Pero la muerte del emperador José I en 1711, hijo mayor del ya fallecido Leopoldo I, dejaba al Archiduque Carlos como posible heredero de un Imperio tan grande como el de Carlos V: el Sacro Imperio y el Imperio español bajo un mismo mando. Dicho Imperio sería tan problemático para los ingleses como lo sería el Imperio Español en órbita francesa. Esta circunstancia hizo que Gran Bretaña y Francia comenzaran unas negociaciones unilaterales de paz. Dichos acuerdos culminaron en el Tratado de Utrecht. La paz con el Sacro Imperio llegó en 1714, con el Tratado de Baden. Los puntos principales de la paz fueron los siguientes: Felipe V quedaba reconocido como rey de España y de las colonias españolas. Las posesiones españolas en los Países Bajos e Italia se dividieron entre Austria y Saboya, mientras que Gibraltar y Menorca pasaban a manos inglesas. Además, Luis XIV se comprometía a no ofrecer más apoyo al «Viejo Pretendiente» en su campaña para hacerse con el trono inglés. Aunque Francia tuvo que ceder varias colonias en las Américas a Inglaterra, la mayoría de sus posesiones continentales perdidas en la guerra le fueron devueltas, consiguiendo incluso algún territorio reclamado como el principado de Orange.
[editar] Fin de siete décadas de reinado y muerte


Cortejo y pompa fúnebre de Luis XIV (1715).


La efigie de la tumba de Luis XIV, cripta de la Basílica de Saint-Denis, París.
Así fue como el rey Sol llegó al final de su largo reinado estuvo marcado por los primeros síntomas de decadencia del régimen y de la corte, el declive de la hegemonía francesa en el continente, el fracaso de su política colonial y el inquietante malestar social surgido de las hambrunas que padecía el pueblo llano. Sin embargo, el monarca, llamado «vicediós» por el obispo Godeau, siguió fiel a sí mismo y confiado hasta el día de su muerte (1715) en su voluntad como único motor de la vida del reino y de sus súbditos.
Luis XIV murió el 1 de septiembre de 1715 de gangrena, pocos días antes de su septuagésimo séptimo cumpleaños y tras setenta y dos años de reinado. Su cuerpo yace en la basílica de Saint-Denis, en París. Prácticamente todos los hijos legítimos del rey murieron en la infancia. El único que llegó a la madurez, su hijo mayor Luis, el Gran Delfín murió antes que su padre, en el año 1711, dejando tres hijos. El mayor de ellos, Luis, Duque de Borgoña, murió en 1712, seguido por el hijo mayor de éste, Luis, Duque de Bretaña. Por lo tanto, el bisnieto de cinco años de Luis XIV, Luis, el Duque de Anjou, hijo pequeño del Duque de Borgoña y Delfín tras la muerte de su abuelo, su padre y su hermano mayor, fue el sucesor al trono francés, reinando como Luis XV de Francia.
Luis XIV intentó evitar la subida al trono de su sobrino Felipe II Duque de Orleans, quien al ser el pariente más cercano se convertiría en el regente del futuro Luis XV. Luis XIV prefería desviar parte de ese poder al hijo ilegítimo que tuvo con Madame de Montespan, Luis Augusto de Borbón y creó un consejo regente como el que previamente creó Luis XIII anticipándose a la minoría de edad de Luis XIV. El testamento de Luis XIV disponía que Luis Augusto sería el protector de Luis XV, superintendente de la educación del joven rey y Comandante de la Guardia Real. El Duque de Orleans, sin embargo, se aseguró la anulación del testamento en el Parlamento, sobornando a los parlamentarios con la devolución del poder que Luis XIV les había arrebatado. Luis Augusto fue despojado de su título de Prince du Sang Royal ('Príncipe de Sangre Real'), el cual se le había concedido a él y a su hermano Luis Alejandro de Borbón, y de la comandancia de la Guardia Real, pero mantuvo su puesto de superintendente, quedando Felipe II como único regente. Su hermano Luis Alejandro, sin embargo, consiguió conservar sus privilegios y títulos.
[editar] Personalidad de Luis XIV
Isabel Carlota de Baviera, conocida en la corte de Versalles como Madame, quien fuera su segunda cuñada hizo la siguiente descripción del Rey, poco después de su muerte:
Cuando el rey quería, era el hombre más agradable y amable del mundo. Sin ser perfecto, nuestro rey tenía grandes y bellas cualidades y no mereció ser tan difamado y despreciado por sus súbditos a su muerte. Mientras vivió, le adularon hasta la idolatría.
Isabel Carlota de Baviera, cuñada de Luis XIV
[cita requerida]
[editar] Ancestros
Ancestros de Luis XIV de FranciaDesplegar
[editar] Descendencia


Luis XIV y sus herederos en 1710.
De su matrimonio con su primera esposa, su prima hermana María Teresa de Austria, tuvo seis hijos:
• Luis de Francia (1661–1711), Delfín de Francia; conocido como El Gran Delfín;
• Ana Isabel de Francia (18 de noviembre de 1662–30 de diciembre de 1662);
• María Ana de Francia (16 de noviembre de 1664–26 de diciembre de 1664);
• María Teresa de Francia (2 de enero de 1667–1 de marzo de 1672);
• Felipe Carlos de Francia (5 de agosto de 1668–10 de julio de 1671), Duque de Anjou;
• Luis Francisco (14 de junio de 1672–4 de noviembre de 1672).
Con Luisa de La Vallière tuvo cuatro hijos, de los cuales sólo sobrevivieron dos que serían legitimados:
• Carlos (1663–1665); no fue legitimizado;
• Felipe (1665–1666); no fue legitimizado;
• María Ana de Borbón (1666–1739), Mademoiselle de Blois, casada con Luis Armando I de Borbón-Conti, Príncipe de Conti; fue legitimizada el 14 de mayo de 1667;
• Luis de Borbón (1667–1683), conde de Vermandois; legitimizado el 20 de febrero de 1669.
Con Françoise Athénaïs de Rochechouart de Mortemart, Madame de Montespan tuvo siete hijos:
• Luisa Francisca (1669–1672);
• Luis Augusto de Borbón (1670–1736), duque de Maine;
• Luis César de Borbón (1672–1683), conde de Vexin y abad de Saint-Germain-des-Prés;
• Luisa Francisca de Borbón (1673–1743), Mademoiselle de Nantes, esposa de Luis III de Borbón-Condé, duque de Borbón y VI príncipe de Condé;
• Luisa María Ana de Borbón (1674–1681), Mademoiselle de Tours;
• Francisca María (1677–1749), la segunda Mademoiselle de Blois, que sería esposa de Felipe de Orleans, duque de Chartres y futuro Regente a la muerte de Luis XIV;
• Luis Alejandro (1678–1737), conde de Toulouse.
[editar] Legado
El reinado de Luis XIV es considerado como el más grande de la historia francesa. Luis XIV colocó a un Borbón en el trono español, hasta entonces el principal enemigo francés, acabando así con siglos de rivalidad con dicho país europeo que se remontaba a la época de Carlos I. Los Borbones se mantuvieron en el trono español durante el resto del siglo XVIII, pero a partir de 1808 fueron derrocados y restaurados varias veces. Sus guerras y extravagantes palacios llevaron a la bancarrota al estado (aunque es cierto que Francia se recuperó en sólo unos años), lo que le llevó a subir los impuestos a los campesinos, ya que la nobleza y el clero tenía exención de impuestos.El nacimiento de Luis XIV en el año 1638 fue recibido como un don divino por sus padres: Luis XIII y Ana de Austria, los cuales no habían conseguido engendrar un heredero en veintitrés años. Luis XIV provenía de un ambiente multicultural ya que sus abuelos paternos, Enrique IV de Francia y María de Médicis, eran navarro e italiana respectivamente y sus abuelos maternos, Felipe III de España y Margarita de Austria, eran Habsburgos, él español y ella austriaca.
Luis XIII y Ana tuvieron a su segundo hijo, Felipe d'Anjou, que posteriormente sería Felipe I, Duque de Orleans, en el año 1640.
Luis XIII no se fiaba de la habilidad de su esposa para gobernar Francia tras su muerte, por lo que decretó que un consejo regente gobernase en nombre de su hijo durante su minoría de edad, para reducir así el poder de la Reina Madre durante la regencia. No obstante, tras la muerte de Luis XIII y tras la ascensión al trono, con cinco años, de Luis XIV el 14 de mayo de 1643, Ana anuló el testamento de Luis XIII en el Parlamento, rompió con el consejo y quedó como única regente. Durante su regencia, confió el poder a su primer ministro, el italiano Cardenal Mazarino, al que la mayoría de los círculos políticos franceses despreciaban por su origen no francés.
Al finalizar la Guerra de los Treinta Años, en el año 1648, comenzó una guerra civil francesa conocida como la Fronda. Mazarino continuó con las políticas de centralización emprendidas por su predecesor, Richelieu, aumentando así el poder real a expensas de la nobleza. En 1648, intentó imponer un impuesto a los miembros del Parlamento, el cual estaba constituido, principalmente, por miembros de la nobleza y altos cargos eclesiásticos. Los miembros del Parlamento no sólo rechazaron el impuesto, sino que también ordenaron la quema de todos los edictos financieros de Mazarino. En una ocasión en que el cardenal ordenó arrestar a algunos miembros del Parlamento, París estalló en insurrección. Un grupo de parisinos molestos irrumpió en el palacio real demandando ver al rey. Tras ser conducidos a la alcoba real, se quedaron mirando a Luis XIV, el cual se estaba haciendo el dormido, y se marcharon tranquilamente. Debido al peligro que corría la familia real y la monarquía, Ana huyó de París con el rey y sus cortesanos. Poco tiempo después, la firma de la Paz de Westfalia permitió al ejército francés volver a ayudar a Luis XIV y su corte real. Ya en enero de 1649 comenzó el asedio de la rebelde París. La subsecuente Paz de Rueil acabó con el conflicto, por lo menos temporalmente.
La segunda Fronda comenzó cuando la primera Fronda (Fronde Parlementaire) finalizó, en 1650. Nobles de todo rango, desde princesas de Sangre Real y primos del rey, como Gastón, duque de Orleans, su hija, Ana María Luisa de Orleans y Montpensier, Luis II de Borbón-Condé y Armando de Borbón-Conti, a nobles de largo linaje como François VI, Duque de La Rochefoucauld, Frédéric Maurice de La Tour d'Auvergne, su hermano, Turenne y Marie de Rohan-Montbazon, incluso nobles de descendencia real legítima como Enrique II de Orleans y Francisco de Vendôme, participaron en la rebelión contra el poder real. Incluso el clero tenía representación en la rebelión en la persona de Jean-François Paul de Gondi. Como resultado a estos días tumultuosos, en los que se dice que la Reina Madre tuvo que vender sus joyas para alimentar a sus hijos, Luis XIV desarrolló una gran desconfianza hacia la nobleza.
[editar] Fin de la guerra con España y reinado personal


Coronación de Luis XIV en Reims 1654.


Su matrimonio en 1660.


Expansión francesa bajo Luis XIV (en naranja).
Mientras, la guerra con España continuaba. Los franceses recibieron apoyo militar de Inglaterra, dirigida por Oliver Cromwell. La alianza anglo-francesa venció a los españoles en la batalla de las Dunas de 1658. El resultado de la guerra fue el Tratado de los Pirineos que fijó la frontera entre España y Francia en los Pirineos, cediendo España varias provincias y ciudades a Francia en los Países Bajos españoles y en el Rosellón. Este tratado cambió la balanza de poder, Luis XIV contrajo matrimonio con la hija de Felipe IV de España: María Teresa de Austria. El matrimonio se celebró el 9 de junio de 1660.
[editar] Guerra en los Países Bajos
Tras la muerte de Felipe IV de España, tío y suegro de Luis XIV, en 1665, su hijo (de su segunda esposa) ascendió al trono como Carlos II de España. Luis XIV reclamó el territorio de Brabante, en los Países Bajos, gobernados hasta entonces por el rey de España, que debían ser devueltos a su esposa, María Teresa, hermanastra mayor de Carlos II (hija del primer matrimonio del padre de ambos). Luis argumentó que las costumbres de Brabante no permitían que un hijo sufriera prejuicios por las consecuencias de que su padre volviera a casarse, por lo que tenía prioridad sobre los hijos de los siguientes matrimonios a la hora de heredar. Estas reclamaciones darían pie a la Guerra de Devolución de 1667, en la cual Luis participó personalmente.
Los intereses de Luis en los Países Bajos se beneficiaron de los problemas internos de la República de los Siete Países Bajos Unidos. El político más importante del momento en las Provincias Unidas, Johan de Witt, temía que el joven Guillermo III, Príncipe de Orange, se hiciese con el poder en las Provincias Unidas. De Witt pensaba que una guerra naval contra Francia podía ser llevadera, no así una guerra terrestre, que permitiría la intervención de Guillermo III, dejándole con el poder. Así, con las Provincias Unidas divididas en un conflicto interno entre los seguidores de De Witt y los de Guillermo de Orange, junto a las refriegas entre ingleses y holandeses, Francia no tuvo ninguna dificultad en conquistar Flandes y el Franco Condado. Impactados por la velocidad del triunfo francés, las Provincias Unidas se unieron a Inglaterra y Suecia en una Triple Alianza el año 1668. La formación de la Triple Alianza ponía a Luis XIV ante el problema de verse envuelto en una guerra de mayores dimensiones, por lo que aceptó firmar la paz en el Tratado de Aquisgrán, por el cual Francia se quedaba con el control de Flandes, pero devolvía el Franco Condado a España.
La Triple Alianza no duró mucho. En 1670, Carlos II de Inglaterra, atraído por sobornos franceses, firmó en secreto el Tratado de Dover, convirtiéndose en aliado francés. Ambos reinos declararon la guerra a las Provincias Unidas en 1672. La rápida invasión y ocupación de la práctica totalidad de los Países Bajos, salvo Ámsterdam, provocó un golpe de estado contra De Witt, lo que permitió a Guillermo III hacerse con el poder. Guillermo III se alió con España y el Sacro Imperio, y, tras dos años de lucha en 1674, firmó un tratado de paz con Inglaterra forzando a los ingleses a retirarse de los Países Bajos. Guillermo incluso llegó a casarse con María II de Inglaterra, sobrina de Carlos II de Inglaterra. Sin embargo, y a pesar de estos movimientos diplomáticos, la guerra continuó con grandes victorias francesas sobre las fuerzas de la coalición oponente. No obstante, las naciones implicadas, extenuadas por la guerra, comenzaron a negociar una paz, finalizando en 1678 con la Paz de Nimega. En dicho tratado, y a pesar de que devolvió todo el territorio holandés capturado, Luis XIV ganó la posesión de más ciudades y retuvo el Franco Condado, que había sido invadido en pocas semanas.
El Tratado de Nimega incrementó todavía más la influencia francesa en Europa, pero no satisfizo a Luis XIV. El rey despidió a su ministro de asuntos exteriores, Simon Arnauld de Pomponne, el año 1679, porque consideraba su actitud demasiado comprometida con los aliados. Luis XIV continuó agrandando su ejército, aunque en vez de conseguir sus reclamaciones territoriales por las armas, usó juicios. Debido a las redacciones ambiguas de los tratados de la época, Luis consiguió reclamar que los territorios que se le habían cedido en los tratados firmados previamente debían cederse junto a las dependencias y tierras que habían pertenecido a esos territorios formalmente. La anexión de estos territorios tenía el objetivo de proporcionar a Francia una frontera más defendible. Luis también deseaba la ciudad de Estrasburgo, un emplazamiento estratégico importante. Estrasburgo estaba emplazado en Alsacia, territorio que no se le había cedido a Luis en la Paz de Westfalia. Sin embargo, Luis XIV lo ocuparía en 1681, usando pretextos legales.
[editar] Dominación en la década de 1680
En la década de 1680 el poder francés sobre Europa, bajo el mandato de Luis XIV, había aumentado enormemente. La gestión económica de uno de los ministros más famosos de Luis, Jean-Baptiste Colbert, muerto en 1683, produjo un gran cambio en la tesorería real; los ingresos de la corona se triplicaron bajo su supervisión. Los príncipes europeos comenzaron a imitar el modelo francés en todos sus aspectos. Las colonias francesas en el extranjero se multiplicaron, tanto en América como en África y Asia, iniciándose relaciones diplomáticas con naciones como Siam y Persia. Por ejemplo, el explorador René Robert Cavelier de La Salle reclamó para Francia, en 1682, la cuenca del río Misisipi, nombrándola Luisiana en honor de Luis XIV. Incluso los jesuítas franceses tenían presencia en la corte Manchú en China.
En un intento de aumentar más su dominio en Europa, Luis XIV reforzó el galicanismo, una doctrina que limitaba el poder papal en Francia. Además, Luis XIV tomó medidas para disminuir la influencia y el poder de la nobleza y el clero. Estas medidas incluían mantener el control sobre el segundo estado (la nobleza), usando la táctica de mantener a la alta nobleza en corte del palacio de Versalles, consiguiendo así que los nobles se quedaran la mayoría del año bajo la vigilancia de Luis XIV, y no en sus territorios, donde podían planear rebeliones e insurrecciones. Además, manteniéndose cerca del rey era la única forma posible para poder ganar favores reales como pensiones y privilegios necesarios para su posición social. Luis divertía a estos visitantes permanentes con fiestas extravagantes y otras distracciones, hecho que contribuía notablemente al control real sobre una nobleza poco disciplinada.
En el apartado de disminuir la influencia nobiliaria, Luis siguió el trabajo emprendido por los Cardenales Richelieu y Mazarino. Luis, tras sacar experiencias de la Fronda, creía que la única manera de mantener su poder era colocar plebeyos o, por lo menos, miembros de la nueva aristocracia en los cargos importantes. Dicha política se basaba en el hecho de que Luis podía reducir un plebeyo que tuviera gran influencia por su cargo a una nadería tan sólo con despedirle, cosa que no podía hacer con la influencia de un gran noble. Por ello, Luis dedicó a toda la gran aristocracia a la posición de cortesanos, a la vez que nombraba ministros a plebeyos y nuevos aristócratas. Como cortesanos, el poder de la nobleza disminuyó notablemente. Esa falta de poder se ve reflejado en la ausencia de rebeliones, como la Fronda, tras Luis XIV. De hecho, esta victoria de la corona sobre la nobleza aseguró que no hubiera ninguna guerra civil importante en Francia, hasta la Revolución y la Era Napoleónica.


El palacio de Versalles, construido por Luis XIV.
Luis XIV convirtió el Palacio de Versalles, originalmente un refugio de caza construido por su padre, en un espectacular palacio real. El 6 de mayo de 1682 se mudó allí oficialmente con toda su corte. Luis tenía varias razones para crear un palacio de tanta opulencia extravagante y para cambiar allí la residencia de la monarquía. La afirmación, sin embargo, de que odiaba París es imprecisa porque Luis no dejó de embellecer su capital con monumentos, mientras la mejoraba y desarrollaba. Versalles cumplía como el sitio deslumbrante y sobrecogedor para los asuntos de estado y para recibir a los mandatarios extranjeros, donde la atención no se dividía entre la capital y la gente, sino que recaía totalmente sobre el rey. La vida de la corte se centraba en la grandeza. Los cortesanos se rodeaban de vidas lujosas, vestidos con gran magnificencia, siempre asistiendo a cenas, representaciones, celebraciones, etc. De hecho, muchos nobles se vieron obligados a dejar toda su influencia o a depender totalmente de los subsidios y subvenciones reales para poder mantener el costoso estilo de vida versallesco. Esta situación hizo que los nobles dejaran de intentar retomar poder, que podría resultar en potenciales problemas para la corona, centrándose sin embargo en competir por ser invitados a cenar en la mesa del rey o el privilegio de poder llevar una vela cuando el rey se retiraba a sus habitaciones.

[editar] La unificación nacional: el galicanismo
Artículo principal: Galicanismo
A continuación, Luis XIV intentó incrementar su control sobre la Iglesia. Convocó una asamblea del Clero (Assemblée du Clergé) en noviembre de 1681. Tras su disolución en junio de 1682, la asamblea había aceptado la Declaración del Clero Francés. El poder real se incrementó, en detrimento del poder papal. Entre otras medidas, el Papa no podía enviar legados papales sin el consentimiento de Luis; dichos legados, además, sólo podían ejercer su cometido tras otra aprobación una vez habían entrado en Francia. Los obispos no podían abandonar el país sin aprobación real; ningún agente gubernamental podía ser excomulgado por sus actos en misión oficial; y no se podía apelar al Papa sin la aprobación del rey. El rey obtuvo el poder de promulgar leyes eclesiásticas y todas las reglas papales eran inválidas en territorio francés sin el consentimiento real. La Declaración, sin embargo, no fue aceptada por el Papa, por razones claramente obvias.
[editar] La unificación religiosa: la revocación del edicto de Nantes


Madame de Maintenon, segunda esposa de Luis XIV.
La esposa de Luis XIV, María Teresa, murió el año 1683. Luis no se mantuvo fiel a ella por mucho tiempo tras su matrimonio de 1660: sus varias amantes incluían a Luisa de La Vallière, Françoise Athénaïs de Rochechouart de Mortemart, Madame de Montespan, y a María Angélica de Fontanges. Sin embargo, se mantuvo más fiel en su segundo matrimonio, con Madame de Maintenon. El matrimonio morganático entre Luis XIV y Madame de Maintenon tuvo lugar, probablemente, a finales de 1685.
Madame de Maintenon, antes protestante, se había convertido al catolicismo. Antes se creía que, además, había participado muy activamente en la persecución de los protestantes, y que instó a Luis XIV a revocar el Edicto de Nantes, el cual proporcionaba algo de libertad religiosa a los Hugonotes (los miembros de la protestante Iglesia Reformada). Sin embargo, está implicación de Madame de Maintenon se cuestiona actualmente. El mismo Luis XIV estaba de acuerdo con el plan, puesto que, como el resto de Europa, católica o protestante, creía que para mantener la unidad nacional, debía antes conseguir la unidad religiosa; en su caso una unidad bajo el catolicismo. Esta idea estaba definida en el principio «Cuius regio, eius religio», política religiosa en vigencia desde su establecimiento en la Paz de Augsburgo de 1555. De hecho, ya había comenzado la persecución de los hugonotes.
Luis continuó el proceso de unificación religiosa publicando un edicto en marzo de 1685, que estipulaba la expulsión de los judíos de las colonias francesas. También se prohibió la práctica de cualquier religión, excepto del catolicismo. En octubre de 1685, Luis promulgó el Edicto de Fontainebleau, que revocaba el anterior edicto de Nantes, bajo el pretexto de que la extinción casi total del protestantismo en Francia hacía innecesario un edicto que les concediera privilegios. El nuevo edicto contemplaba que cualquier clérigo protestante que no se convirtiera al catolicismo fuese desterrado; las escuelas e instituciones protestantes fueron prohibidas; los hijos de familias protestantes debían ser bautizados por un sacerdote católico; y los sitios de culto protestantes fueron demolidos. El edicto descartaba el ejercicio público de la religión, pero no el creer en ella. De hecho, el edicto decía: «las personas de la Pretendida Religión Reformada podrán, hasta que guste a Dios alumbrarlos como a los demás, (...) continuar su comercio y disfrutar de sus bienes sin que se les pueda molestar o impedir con el pretexto de dicha R.P.R., bajo la condición de que no se dediquen al ejercicio de dicha religión, ni se reunan bajo el pretexto de rezar o tener servicios religiosos».[1] Esta frase contenida en el último artículo del edicto nunca fue aplicada; es más, ya desde 1681 se había puesto en práctica una campaña de conversiones forzadas al catolicismo mediante el método de las dragonadas. Aunque el Edicto prohibía formalmente la posibilidad de que los hugonotes abandonaran Francia, cerca de 200.000 huyeron clandestinamente hacia Inglaterra, los Países Bajos, Alemania y Estados Unidos. Este hecho fue dañino para los intereses económicos de Francia lo que llevó a algunos personajes como Vauban, uno de los generales de Luis más influyentes, a condenar la medida públicamente, aunque, en general, su proclamación fue muy bien recibida.
Hacia 1685, Luis XIV se encontraba en el apogeo de su reinado. Uno de los principales rivales de Francia, el Sacro Imperio Romano Germánico, fue desmembrado mientras luchaba contra en Imperio otomano en la Guerra austro-turca. El Gran Visir Otomano llegó casi a tomar Viena, pero en el último momento el rey Juan III Sobieski con un ejército de fuerzas polacas, alemanas y austríacas consiguió la victoria en la Batalla de Viena, en 1683. Mientras, Luis XIV, gracias a la Tregua de Ratisbona, se anexionaba varios territorios, incluido Luxemburgo. Tras repeler el ataque otomano en Viena, el Sacro Imperio dejó de estar amenazado por los turcos; sin embargo el Emperador nunca intentó recuperar los territorios ocupados por Luis XIV.
[editar] La Liga de Augsburgo
La revocación del Edicto de Nantes tuvo grandes consecuencias políticas y diplomáticas, principalmente en los países protestantes, en los cuales dicha revocación contribuyó a crear un creciente sentimiento antifrancés. En 1686, dirigentes tanto católicos como protestantes fundaron la Liga de Augsburgo, ostensiblemente un pacto defensivo para proteger la zona del Rin, pero que era realidad una alianza ofensiva contra Francia. La alianza incluía entre sus miembros al Emperador del Sacro Imperio y varios de los gobernantes de los estados alemanes que formaban parte del Imperio, principalmente el Palatinado, Baviera y Brandeburgo. Las Provincias Unidas, España y Suecia también se unieron a la Liga.
Luis XIV mandó sus tropas al Palatinado en 1688, debido a que el ultimátum que propuso a los príncipes germánicos, por el cual estos debían ratificar la Tregua de Ratisbona (confirmando así la posesión de Luis de los territorios anexionados en esa tregua) así como reconocer públicamente el derecho de las reclamaciones de su cuñada, expiró. Aparentemente, el ejército de Luis tenía como órdenes apoyar militarmente las reclamaciones territoriales de la cuñada de Luis, Elizabeth Charlotte duquesa de Orleans, en el Palatinado. Sin embargo, la invasión tenía el propósito real de presionar al Palatinado para que abandonara la Liga, consiguiendo así debilitarla.
Las acciones francesas unieron a los príncipes en el bando del Emperador. Luis esperaba que Inglaterra, gobernada por el rey católico Jacobo II, se mantendría neutral en el conflicto, pero la Revolución Gloriosa inglesa acabó con Jacobo, que fue reemplazado en el trono por su hija María II, que gobernaba junto a su marido Guillermo III (el Príncipe de Orange). Debido a la enemistad que surgió entre Luis y Guillermo en la guerra en Holanda, este decidió unirse a la Liga, la cual se conocería a partir de ese momento con el nombre de Gran Alianza.
Las campañas de la que sería conocida como Guerra de los Nueve Años (1688–1697) fueron dominadas, en general, por las tropas francesas. Las fuerzas Imperiales resultaron poco efectivas, pues el grueso del ejército imperial seguía enfrentándose al Imperio otomano. Rápidamente Francia consiguió una gran cantidad de victorias desde Flandes en el norte hasta el valle del Rin en el este e Italia y España en el sur. Mientras, Luis XIV apoyó a Jacobo II en su intento de recuperar el trono británico, pero el estuardo no tuvo éxito. Este hecho hizo que la Inglaterra de Guillermo pudiera entrar con más fuerza en el conflicto continental. No obstante, a pesar del tamaño de la coalición oponente, los franceses aplastaron al ejército aliado en la Batalla de Fleurus, así como en la Batalla de Steenkerque (1692) y en la Batalla de Neerwinden (1693). Bajo la supervisión personal del rey, las tropas francesas capturaron Mons en 1691 y la inexpugnable, hasta el momento, fortaleza de Namur, el año 1692. La victoria naval francesa en la Batalla de Beachy Head en 1690 fue, sin embargo, contrarrestada por la victoria angloholandesa en la Batalla de La Hogue en 1692. La guerra duró todavía cuatro años más, hasta que el Duque de Saboya firmó un acuerdo de paz, aliándose así con los franceses el año 1696, reforzando los ejércitos franceses y facilitanto la captura de Milán y Barcelona.
La Guerra de los Nueve Años finalizó en 1697 con el Tratado de Ryswick. Luis XIV devolvió Luxemburgo y otros territorios de los que se había apoderado en la guerra holandesa de 1679, pero conservó Estrasburgo. También adquirió la posesión de jure de su, hasta entonces de facto, posesión de Haití así como la devolución de los territorios de Pondicherry y Acadia. Luis, por otra parte, tuvo que reconocer el reinado de Guillermo III y María II como soberanos de Gran Bretaña e Irlanda, por lo que estos últimos se aseguraron que nunca más volvería a apoyar a Jacobo II; de igual modo renunció a sus reclamaciones sobre el Palatinado. España recuperó Cataluña y otros territorios perdidos, tanto en la Guerra de los Nueve Años como en otras anteriores, en los Países Bajos. Luis también devolvió en este tratado la Lorena a su duque, pero bajo la condición de permitir la libre circulación francesa en el territorio. Los términos generosos del tratado fueron interpretados como una concesión para favorecer un sentimiento pro-francés en España, lo que, eventualmente, llevaría a Carlos II, rey de España a designar a Felipe, Duque de Anjou (nieto de Luis) como su sucesor.
[editar] La sucesión española


Carlos II, rey de España, cuya muerte daría pie a la Guerra de Sucesión.
El problema de la sucesión al trono español dominó la situación europea tras la Paz de Ryswick. El rey español, Carlos II, apodado El Hechizado, estaba muy enfermo y no podía tener descendencia. La herencia de la corona española era cuantiosa, ya que Carlos II no sólo era rey de España, sino también de Nápoles, Sicilia, Milán, los Países Bajos Españoles y un gran imperio colonial. En total, veintidós dominios distintos.
Francia y Austria eran los principales candidatos al trono, puesto que ambos tenían lazos familiares con la familia real española. Felipe, Duque de Anjou (que sería Felipe V de España), el pretendiente francés, era el bisnieto de la hija mayor de Felipe III de España, Ana de Austria, y el nieto de la hija mayor de Felipe IV de España, María Teresa de Austria. La única pega para sus aspiraciones a la sucesión era su renuncia al trono, la cual en el caso de María Teresa, sin embargo, no era efectiva puesto que España no había cumplido su parte del tratado. Por otro lado, Carlos, Archiduque de Austria y más tarde Emperador, hijo menor de Leopoldo I, fruto del tercer matrimonio de éste con Leonor del Palatinado, reclamaba el trono español por su abuela paterna, que era la hija menor de Felipe III; esta pretensión, al contrario de la francesa, no estaba condicionada por ninguna renuncia previa. Sin embargo, y usando las reglas de sucesión, la posición francesa era superior, puesto que su pretendiente descendía de la hija mayor.
Algunas potencias europeas temían la posibilidad de que tanto Francia como el Sacro Imperio se hicieran con el control de España, lo que deterioraría el equilibrio de poder en Europa. Por ello, Guillermo III, rey de Gran Bretaña e Irlanda, prefería a otro candidato, el Príncipe Bávaro José Fernando de Baviera, nieto de Leopoldo I y la primera esposa de éste: Margarita Teresa de España, hija pequeña de Felipe IV. En los términos del Primer Tratado de Partición, firmado en La Haya en 1698, en plena guerra de los Nueve Años, por Inglaterra y Francia para evitar una alianza hispano-alemana, se estipulaba que José Fernando heredaría España, incluyendo los territorios italianos, mientras que los Países Bajos se repartirían entre las Casas de Francia y de Austria. España, sin embargo, no había sido consultada y rechazaba frontalmente la partición del Imperio español. La corte española insistía en la necesidad de mantener la integridad del Imperio. Por ello, cuando el tratado llegó a oídos de Carlos II, éste declaró a José Fernando como su único heredero, legándole toda la herencia en solitario.
El problema resurgió seis meses después, cuando el príncipe José Fernando murió de viruela. La corte española insistía en su posición de mantener todo el territorio español gobernado bajo sólo un mando, lo que sólo dejaba las posibilidades de dejar dicho mando a Francia o a Austria. Carlos II, presionado por su esposa alemana, eligió la casa austríaca, eligiendo como heredero al Archiduque Carlos. Ignorantes de la decisión de Carlos II, Luis XIV y Guillermo III firmaron un segundo tratado, que dejaba al Archiduque con España, los Países Bajos y las colonias, mientras que el hijo mayor (y heredero) de Luis, Luis Gran Delfín heredaría los territorios italianos, en previsión de intercambiarlos posteriormente por Saboya o la Lorena.
En 1700, agonizando en su lecho de muerte, Carlos II cambió las disposiciones sucesorias inesperadamente. Debido al Tratado de Ryswick, la opinión española se había vuelto más francófila, y Carlos II, basado en las experiencias previas que demostraban la superioridad militar francesa, pensó que Francia estaba más capacitada para mantener la unidad del imperio. La herencia española le fue ofrecida en su totalidad a Felipe Duque de Anjou, hijo menor del Delfín. La oferta incluía una cláusula por la cual Felipe debía renunciar a su posición en la línea sucesoria francesa.
Esta oferta dejaba a Luis XIV ante una difícil decisión: por un lado podía aceptar todo el Imperio español, traicionando así los Tratados de Partición que previamente había firmado con Guillermo III, o podía rechazar la oferta, aceptando el Segundo Tratado, dejando Europa en un estado de paz. Luis XIV había asegurado a Guillermo III que cumpliría los términos del Tratado y partiría los dominios españoles. Sin embargo, incluso aceptar sólo una parte del legado español ponía a Francia en grave peligro de entrar en guerra con el Sacro Imperio; además Guillermo III había dejado claro que no apoyaría a Luis en una guerra para obtener los territorios estipulados en el Tratado de Partición. Luis XIV, sabiendo que en cualquier circunstancia la guerra era inevitable, era más provechoso aceptar la oferta sucesoria propuesta por Carlos II. Así, cuando Carlos II murió el 1 de noviembre, Felipe, Duque de Anjou, fue proclamado Felipe V, rey de España.
Los oponentes de Luis XIV aceptaron a Felipe como rey español a regañadientes. Sin embargo, éste actuó precipitadamente en 1701 cuando transfirió el asiento de negros, un permiso para vender esclavos a las colonias españolas, a Francia, movimiento que suponía un gran riesgo para el comercio inglés. Además, Luis XIV dejó de reconocer el reinado de Guillermo III tras la muerte de Jacobo II, reivindicando al hijo y heredero de éste Jacobo Francisco Estuardo (conocido como «el Viejo Pretendiente») como rey de Inglaterra e Irlanda. Más allá, Luis mandó tropas a los Países Bajos españoles para asegurar su lealtad a Felipe V y para guarnecer las fortalezas españolas, que habían estado durante un tiempo bajo control holandés como parte de la Barrera que protegía las Provincias Unidas de potenciales ataques franceses. En consecuencia, se formó una alianza entre Gran Bretaña, las Provincias Unidas, el Sacro Imperio Romano Germánico y la mayoría de estados germánicos. Baviera, Portugal y Saboya se aliaron al lado de Luis XIV y Felipe V.
La subsecuente Guerra de Sucesión Española continuó durante prácticamente el resto del reinado de Luis. Los franceses tuvieron algo de éxito, llegando casi a capturar Viena, pero la victoria de Marlborough y Eugenio de Saboya en la Batalla de Blenheim (13 de agosto de 1704) y otras derrotas como la Batalla de Ramillies y la Batalla de Oudenarde unido a la hambruna y la deuda creciente hizo que Francia tuviera que tomar una postura defensiva. Baviera fue conquistada por los aliados tras la Batalla de Blenheim, y Portugal y Saboya se pasaron rápidamente al otro bando. La guerra fue muy costosa para Luis XIV; hacia 1709, el ejército francés estaba gravemente debilitado y Luis rogaba una paz. Sin embargo, todas las negociaciones de paz quedaron en nada debido a las condiciones que imponían los aliados. Cada vez se hacía más claro que Luis no podría mantener en su órbita todos los territorios españoles, pero igualmente quedaba cada vez más claro que sus oponentes no podrían quitar a Felipe V del trono español tras las victorias francoespañolas en las batallas de Almansa y Villaviciosa.
La situación francesa empeoró con la caída de Bouchain, que dejaba a Marlborough con el camino prácticamente libre para llegar hasta París. Pero la muerte del emperador José I en 1711, hijo mayor del ya fallecido Leopoldo I, dejaba al Archiduque Carlos como posible heredero de un Imperio tan grande como el de Carlos V: el Sacro Imperio y el Imperio español bajo un mismo mando. Dicho Imperio sería tan problemático para los ingleses como lo sería el Imperio Español en órbita francesa. Esta circunstancia hizo que Gran Bretaña y Francia comenzaran unas negociaciones unilaterales de paz. Dichos acuerdos culminaron en el Tratado de Utrecht. La paz con el Sacro Imperio llegó en 1714, con el Tratado de Baden. Los puntos principales de la paz fueron los siguientes: Felipe V quedaba reconocido como rey de España y de las colonias españolas. Las posesiones españolas en los Países Bajos e Italia se dividieron entre Austria y Saboya, mientras que Gibraltar y Menorca pasaban a manos inglesas. Además, Luis XIV se comprometía a no ofrecer más apoyo al «Viejo Pretendiente» en su campaña para hacerse con el trono inglés. Aunque Francia tuvo que ceder varias colonias en las Américas a Inglaterra, la mayoría de sus posesiones continentales perdidas en la guerra le fueron devueltas, consiguiendo incluso algún territorio reclamado como el principado de Orange.
[editar] Fin de siete décadas de reinado y muerte


Cortejo y pompa fúnebre de Luis XIV (1715).


La efigie de la tumba de Luis XIV, cripta de la Basílica de Saint-Denis, París.
Así fue como el rey Sol llegó al final de su largo reinado estuvo marcado por los primeros síntomas de decadencia del régimen y de la corte, el declive de la hegemonía francesa en el continente, el fracaso de su política colonial y el inquietante malestar social surgido de las hambrunas que padecía el pueblo llano. Sin embargo, el monarca, llamado «vicediós» por el obispo Godeau, siguió fiel a sí mismo y confiado hasta el día de su muerte (1715) en su voluntad como único motor de la vida del reino y de sus súbditos.
Luis XIV murió el 1 de septiembre de 1715 de gangrena, pocos días antes de su septuagésimo séptimo cumpleaños y tras setenta y dos años de reinado. Su cuerpo yace en la basílica de Saint-Denis, en París. Prácticamente todos los hijos legítimos del rey murieron en la infancia. El único que llegó a la madurez, su hijo mayor Luis, el Gran Delfín murió antes que su padre, en el año 1711, dejando tres hijos. El mayor de ellos, Luis, Duque de Borgoña, murió en 1712, seguido por el hijo mayor de éste, Luis, Duque de Bretaña. Por lo tanto, el bisnieto de cinco años de Luis XIV, Luis, el Duque de Anjou, hijo pequeño del Duque de Borgoña y Delfín tras la muerte de su abuelo, su padre y su hermano mayor, fue el sucesor al trono francés, reinando como Luis XV de Francia.
Luis XIV intentó evitar la subida al trono de su sobrino Felipe II Duque de Orleans, quien al ser el pariente más cercano se convertiría en el regente del futuro Luis XV. Luis XIV prefería desviar parte de ese poder al hijo ilegítimo que tuvo con Madame de Montespan, Luis Augusto de Borbón y creó un consejo regente como el que previamente creó Luis XIII anticipándose a la minoría de edad de Luis XIV. El testamento de Luis XIV disponía que Luis Augusto sería el protector de Luis XV, superintendente de la educación del joven rey y Comandante de la Guardia Real. El Duque de Orleans, sin embargo, se aseguró la anulación del testamento en el Parlamento, sobornando a los parlamentarios con la devolución del poder que Luis XIV les había arrebatado. Luis Augusto fue despojado de su título de Prince du Sang Royal ('Príncipe de Sangre Real'), el cual se le había concedido a él y a su hermano Luis Alejandro de Borbón, y de la comandancia de la Guardia Real, pero mantuvo su puesto de superintendente, quedando Felipe II como único regente. Su hermano Luis Alejandro, sin embargo, consiguió conservar sus privilegios y títulos.
[editar] Personalidad de Luis XIV
Isabel Carlota de Baviera, conocida en la corte de Versalles como Madame, quien fuera su segunda cuñada hizo la siguiente descripción del Rey, poco después de su muerte:
Cuando el rey quería, era el hombre más agradable y amable del mundo. Sin ser perfecto, nuestro rey tenía grandes y bellas cualidades y no mereció ser tan difamado y despreciado por sus súbditos a su muerte. Mientras vivió, le adularon hasta la idolatría.
Isabel Carlota de Baviera, cuñada de Luis XIV
[cita requerida]
[editar] Ancestros
Ancestros de Luis XIV de FranciaDesplegar
[editar] Descendencia


Luis XIV y sus herederos en 1710.
De su matrimonio con su primera esposa, su prima hermana María Teresa de Austria, tuvo seis hijos:
• Luis de Francia (1661–1711), Delfín de Francia; conocido como El Gran Delfín;
• Ana Isabel de Francia (18 de noviembre de 1662–30 de diciembre de 1662);
• María Ana de Francia (16 de noviembre de 1664–26 de diciembre de 1664);
• María Teresa de Francia (2 de enero de 1667–1 de marzo de 1672);
• Felipe Carlos de Francia (5 de agosto de 1668–10 de julio de 1671), Duque de Anjou;
• Luis Francisco (14 de junio de 1672–4 de noviembre de 1672).
Con Luisa de La Vallière tuvo cuatro hijos, de los cuales sólo sobrevivieron dos que serían legitimados:
• Carlos (1663–1665); no fue legitimizado;
• Felipe (1665–1666); no fue legitimizado;
• María Ana de Borbón (1666–1739), Mademoiselle de Blois, casada con Luis Armando I de Borbón-Conti, Príncipe de Conti; fue legitimizada el 14 de mayo de 1667;
• Luis de Borbón (1667–1683), conde de Vermandois; legitimizado el 20 de febrero de 1669.
Con Françoise Athénaïs de Rochechouart de Mortemart, Madame de Montespan tuvo siete hijos:
• Luisa Francisca (1669–1672);
• Luis Augusto de Borbón (1670–1736), duque de Maine;
• Luis César de Borbón (1672–1683), conde de Vexin y abad de Saint-Germain-des-Prés;
• Luisa Francisca de Borbón (1673–1743), Mademoiselle de Nantes, esposa de Luis III de Borbón-Condé, duque de Borbón y VI príncipe de Condé;
• Luisa María Ana de Borbón (1674–1681), Mademoiselle de Tours;
• Francisca María (1677–1749), la segunda Mademoiselle de Blois, que sería esposa de Felipe de Orleans, duque de Chartres y futuro Regente a la muerte de Luis XIV;
• Luis Alejandro (1678–1737), conde de Toulouse.
[editar] Legado
El reinado de Luis XIV es considerado como el más grande de la historia francesa. Luis XIV colocó a un Borbón en el trono español, hasta entonces el principal enemigo francés, acabando así con siglos de rivalidad con dicho país europeo que se remontaba a la época de Carlos I. Los Borbones se mantuvieron en el trono español durante el resto del siglo XVIII, pero a partir de 1808 fueron derrocados y restaurados varias veces. Sus guerras y extravagantes palacios llevaron a la bancarrota al estado (aunque es cierto que Francia se recuperó en sólo unos años), lo que le llevó a subir los impuestos a los campesinos, ya que la nobleza y el clero tenía exención de impuestos.
No obstante, Luis XIV colocó a Francia en una posición predominante en Europa, añadiendo al país diez nuevas provincias y un imperio. A pesar de las alianzas oponentes de varias potencias europeas, Luis continuó cosechando triunfos e incrementando el territorio, el poder y la influencia francesa. Como resultado de las victorias militares así como los logros culturales, Europa admiraría a Francia y su cultura, comida, estilo de vida, etc.; el francés se convertiría en la lingua franca para toda la élite europea, incluso hasta la lejana Rusia de los Romanov. La Europa de la Ilustración miraría al reinado de Luis como un ejemplo a imitar. Sin embargo, el Duque de Saint Simon, a quien no le gustaba Luis XIV, diría: «No había nada que le gustara más que los halagos, o, por decirlo más claro, la adulación; cuanto más basta y torpe era esa adulación, con más placer la acogía... Su vanidad era perpetuamente alimentada — incluso los predicadores acostumbraban a halagarle desde el púlpito». No obstante, incluso el alemán Leibniz, que era protestante, se referiría a él como «uno de los más grandes reyes que jamás hayan existido». Voltaire, el apóstol de la Ilustración, lo comparó con Augusto y se refirió a su reinado como «época eternamente memorable», apodando a la «Era de Luis XIV» como el «Gran Siglo» («Le Grand Siècle»).

No obstante, Luis XIV colocó a Francia en una posición predominante en Europa, añadiendo al país diez nuevas provincias y un imperio. A pesar de las alianzas oponentes de varias potencias europeas, Luis continuó cosechando triunfos e incrementando el territorio, el poder y la influencia francesa. Como resultado de las victorias militares así como los logros culturales, Europa admiraría a Francia y su cultura, comida, estilo de vida, etc.; el francés se convertiría en la lingua franca para toda la élite europea, incluso hasta la lejana Rusia de los Romanov. La Europa de la Ilustración miraría al reinado de Luis como un ejemplo a imitar. Sin embargo, el Duque de Saint Simon, a quien no le gustaba Luis XIV, diría: «No había nada que le gustara más que los halagos, o, por decirlo más claro, la adulación; cuanto más basta y torpe era esa adulación, con más placer la acogía... Su vanidad era perpetuamente alimentada — incluso los predicadores acostumbraban a halagarle desde el púlpito». No obstante, incluso el alemán Leibniz, que era protestante, se referiría a él como «uno de los más grandes reyes que jamás hayan existido». Voltaire, el apóstol de la Ilustración, lo comparó con Augusto y se refirió a su reinado como «época eternamente memorable», apodando a la «Era de Luis XIV» como el «Gran Siglo» («Le Grand Siècle»).