jueves, 7 de agosto de 2014
Cesar, María y el viejo.
Cesar y el viejo (André).
BUENOS AIRES.
JULIO 2013
César miró otra vez al viejo reflejado en el cromado de la cafetera y pensó
- Otro puto aburrido buscando verga.
Era casi la una, el viejo había terminado su cena hacía más de una hora, había pedido café, había pagado hace ya un rato, y no se había movido del sitio.
- Es la hora de cerrar, caballero.
El viejo, que no había dejado de mirarlo fijamente desde que había entrado en el bar, se levantó, se dirigió muy lentamente hacia la puerta y antes de salir del local sonrió teatralmente, como exhibiendo sus dos dientes de oro.
- Nos vemos. - Susurró.
- Andate a la mierda - Pensó Cesar, pero dijo
- Buenas noches.
Un rato después, después de limpiar y apagar las luces, Cesar cerró el bar, bajó la persiana, cruzó la calle desierta y entonces escuchó los pasos a sus espaldas:
Plas... plas... plas... plas...
Aceleró el paso y al doblar la esquina, esperó.
Pero no pasó nada.
Siguió andando, desconfiado, y al rato otra vez los pasos:
Plas... plas... plas... plas...
No tenía miedo, pero hoy en día hay que ser precavido, la gente está muy loca.
Aceleró y los pasos se aceleraron también:
Plasplás... plasplás... plasplás... plasplás...
Entonces Cesar supo que iba a tener problemas.
Dobló la esquina, cruzó la avenida casi desierta, pero no vio a nadie.
Se acordó del viejo de los dientes de oro y supo que iba a tener problemas.
Pero no fue así.
Cesar llegó a la puerta de su casa, sacó sus llaves, abrió la puerta y entró.
Ya desde la ventana de su habitación, sin encender las luces, Cesar pudo ver que en la esquina, detrás de la cabina de teléfono estaba el viejo, mirando hacia su ventana. Le pareció que estaba escribiendo algo en una libretita.
- ¿Que carajo? - Pensó. - Si ese viejo puto me está buscando me va a encontrar.
Encendió las luces, salió con cuidado de su portal, aprovechando que pasaba el camión de la basura. Dio la vuelta a la manzana casi corriendo y sorprendió al viejo por la espalda.
- ¿Que mierda buscas, maricón?
- Je je... Sos igualito que tu viejo.
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CESAR (su encuentro con André)
Cuando el francés me dijo que me parecía a mi viejo pensé que se estaba burlando de mi, porque según mi madre, él murió antes de que yo naciera. Hace más de 30 años.
Pensé que era una broma de los amigos, o una especie de estafa rara o algo así, pero ese día no estaba yo para bromas y cuando lo agarré por el cuello y lo empujé contra la pared el cabrón se zafó limpiamente. Estaba muy fuerte y ágil para tener esa edad. Entonces, muy despacio, sin quitarme los ojos de encima y sin dejar de sonreir, sacó algo del bolsillo interior de su chaqueta y me lo dio.
Era una foto vieja, muy vieja, en blanco y negro desteñido, doblada en dos y no sé... En la foto había una pareja como de novios, sentados en la terraza de un bar o de un hotel. Él era un tipo de unos 40 años, con un bigotito cuidado, le recordó a Clark Gable en esas películas viejas, pero un poco más gordo y con el pelo engominado y al lado una mujer muy guapa, de unos treinta y pocos años y si...
Era igualita a mi madre.
O como supongo que pudo ser mi madre ahce tanto tiempo.
Detrás de la foto había escrito con lapiz y caligrafía de la de antes:
"Cartagena, Enero 1962. M.G. y C.E."
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María y el pequeño César
Buenos Aires.
Julio 1977
- Mamá... ¿Por que no tengo abuelos, como los otros chicos?
- Si tenés, chiqui. Mi mamá, la abuela Rosa vive en Medellín, con tu tía Anita y tus primos. Pero están muy lejos y no tienen platita para tanto viaje... Y nosotros tampoco. Pero te quieren mucho y cuando hablamos por teléfono siempre preguntan y se preocupan por vos.
Y ya sabés que papá murió antes de que vos nacieras, Cesar.
Muy lejos de acá. En Estados Unidos. En un accidente de avión. Era uno de los mejores pilotos privados de su época, pero falló un motor, los aviones pequeños antes no eran tan buenos como ahora.
Aunque papá y yo nos queríamos muchísimo... ttodavía eramos novios cuando él murió, por eso a los abuelos de papá nunca los conocí. Una pena...
- ¿Y como era papá?
- Era muy parecido a vos, chiqui, muy guapo, muy cariñoso y muy bueno con sus amigos. Seguro que muchos hubieran dado la vida por él...Y además... era un hombre muy muy fuerte.
Seguro que ahora mismo estará en el cielo, mirándonos a los dos y muy orgulloso de los lindo y estudioso que es su hijo.
Terminá de hacer los deberes y te pongo la leche.
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María y Jairo (como se conocieron)
Cartagena
Verano 1961
María, su prima Carmen y Richar, el hermano pequeño de Carmen, pasean por el centro de El Espinal, provincia de Tolima.
Las 6 de la tarde. Hace mucho calor.
Jairo pasa lentamente conduciendo un Packard convertible descapotado.
"Color verde como el mar" diría despues María.
- Wau... ¿De dónde sacaste ese carro, chino? - preguntó Richar.
- Trabajando, pendejo. - contestó Jairo. - ¿Se apuntan a un paseito?
- ¿Trabajando? Jajaja... Esa no me la como, compadre... dijo Richar.
- ¿Quien es este mono?. - dijo Carmen.
- Soy Jairo y no quiero ser pesado, lindura... pero este carro es tan grande que me da miedo perderme solo de agacharme a prender la radio. ¡Suban, vamos! Les convido a un helado a las mamis lindas y a ti tambien, güerito...
- Déjenos tranquilas... ¡qué va a decir la gente! - protestó Carmen.
- La gente que diga misa. - dijo bajito María.
Jairo sonrió y casi sin parar la marcha se estiró y abrió la puerta del Packard.
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María
Bs. As.
1972
Al principio no pensé que Jairo fuera en serio. El parecía conocer el mundo entero y yo en cambio no había salido nunca de el pueblo, bueno, si, solo una vez, de chiquita con mi mamá, para ir a un hospital cerca de Barranquilla.
Él en cambio... con esa pinta de actor americano. Supuse que tendría muchas novias, pero me dio igual. Pasear con mi prima era siempre lo mismo y yo solo quería hacer algo distinto...
Nos reimos mucho esa tarde pero no pasó nada más. Y pensé que eso había sido todo.
Pero al otro día me vino a buscar a la fábrica y tres días después me trajo unos bombones que había comprado en Nueva York...
Cuando me dijo que nos escapáramos a Cartagena pensé que era una broma.
Pero así empezó todo.
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Cesar y el viejo (André). 2
BUENOS AIRES.
JULIO 2013
- ¿Que mierda es esta? - dijo Cesar, volviendo a doblar la foto y haciendo el gesto de tirarla al suelo.
- Quedátela, es tuya.
- ¿Es una broma? ¿Quien mierda sos?
- Vengo a buscarte. Tu padre te necesita.
Cesar miró fijamente a los ojos al viejo. Hablaba despacio y con claridad. No parecía drogado, ni siquiera borracho. Pero lo que decía no tenía ningún sentido, ni siquiera como broma...
- Mirá, viejo. Ni yo te conozco, ni vos me conocés a mi. Se debe tratar de un error... - hizo una pausa - Vamos a hacer una cosa. Yo me voy a mi casa y vos a la tuya. Ha sido un error. Aquí no ha padado nada.
El viejo volvió a mostrar su sonrisa empalagosa de dientes dorados.
- Entiendo tu sorpresa, Cholito. Pero no hay ningún error, mañana te venís conmigo. - y para recalcar sus palabras, el viejo le puso una mano en el hombro a Cesar.
Entonces Cesar perdió la paciencia. Empujó al viejo contra la cabina de teléfono y con el auricular lo golpeó en la cabeza una, dos, tres veces. Luego lo agarró de la chaqueta, lo sujetó contra el cristal y le rodeó la garganta con el cable.
- Escuchame bien, viejo puto. Me confundís con otro. ¿Entendés? Dejame en paz o te rompo el culo a patadas!
Ya era muy tarde...¿las dos, dos y media de la madrugada? y Cesar estaba cansado de esta historia sin sentido. No tenía nada contra el pobre viejo, pero la situación empezaba a aburrirlo. Casi sin pensarlo empezó a apretar el lazo del cable sobre la garganta del viejo. Este empezó a dejar de resistirse y a ponerse algo pálido. Pero dijo:
- No hay errores, cholito. Te llamás Cesar Acosta, pero ese es el apellido de tu mamá, que murió hace dos años. Trabajás en el turno noche en el Bar La Perla, de la Avenida Maipú, desde los 32 años. Pero te pagan una mierda que apenas te alcanza para pagar el alquiler y la comida. Para los gastos del cohe y alguna fiesta de vez en cuando tenés que hacer algún trabajito extra.
- ¡Maricón! ¡¡Me estuviste siguiendo!!
- Te dijeron que tu papá murió. Era lo mejor para vos. Pero es mentira.
En el momento que Cesar, sorprendido por lo que estaba oyendo, aflojó un poco el cable sobre el cuello del viejo, éste se zafó, lo empujó y puso a Cesar contra la vereda, pisándolo con sus botas sucias.
- No quiero ni puedo hacerte daño, cholito. Si no fueras quien sos, ya te abria dado boleta, creeme. Vamos a tu casa a hacer las valijas.
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